lunes, 3 de septiembre de 2012

Work in progress (cuarta parte)

DESCRIPCIÓN DE SANTIAGO POR PARTE DE SU RIVAL Y POTENCIAL AMIGO YA NO TAN IMBÉCIL AQUÍ LLAMADO REDACTOR JEFE

Estamos hablando de un tipo que considera que usar palabras como ennui, flâneur, doppelgänger y weltanschauung es algo guay y de lo más cool. De esa clase de tipos estamos hablando. No quiero decir que fuera imbécil. Era un presuntuoso y reaccionaba a las críticas con una mezcla de ferocidad y desprecio, pero no era un imbécil. Su manía de llamarme cerdo, por ejemplo, provenía, según él, de sus lecturas de Beckett. Probablemente no estaba del todo bien de la cabeza, pero era un corrector de textos formidable e incansable. Sus compañeros no acababan de llevar del todo bien el hecho de que no parase de insultarlos. Santiago se partía de risa. Cerdos, piojos humanos, miserable raza humana. Le encantaba. El arte del insulto como sublimación de la angustia existencial, lo llamaba. No podía dar un paso sin pensar en los inmensos problemas y complejidades conceptuales que implicaba pensar el movimiento. También podía ser amable y simpático, aunque fundamentalmente era un ser retraído que abandonaba su ensimismamiento para gritar frases de libros: el corazón del hombre está chiflado; sabed los hombres todos que con las ruinas del tiempo se edifican las mansiones de la eternidad; cualquier objeto intensamente contemplado se convierte en el pórtico de acceso al incorruptible eón de los dioses. Memorizaba frases. Sobre todo de Joyce. Decía que de pequeño sufría ecolalia y que ahora intentaba hacer un uso artístico de su trastorno del lenguaje. Estoy bastante seguro, sin embargo, de que nunca sufrió ningún trastorno de ese tipo. Sencillamente los trastornos le parecían muy interesantes desde un punto de vista estético, siempre y cuando no se les redujera a un grosero piscologismo. Para él la palabra psicologismo era el peor de los insultos. Equivalía a nefasto, profundamente equivocado, reductor en un grado de grosería insoportable. El nombre de ecolalia provenía de la ninfa Eco. La ninfa Eco repetía las palabras de Narciso, de manera que Narciso nunca pudo enterarse de que Eco le amaba. Me lo contó cien veces. Decía que cuando se muriera no quería que le llevasen al cielo cristiano, quería ir al bosque, a ver a las ninfas.

6 comentarios:

  1. Anónimo7:39 p. m.

    Suena como un pedante, trastornado... Un tipo con carácter, pero sin talante... completamente desquiciado porque no encuentra más refugio que el literario. El hogar quedó tan lejos hace ya tanto tiempo...

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  2. ¡El mundo está fuera de quicio!... ¡Oh suerte maldita!... ¡Que haya nacido yo para ponerlo en orden!

    La literatura no es un refugio, es un campo de batalla XD

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  3. Anónimo8:10 p. m.

    Ahora más que nunca. Sin pistas que me muestren el camino a seguir, yo no sigo... siento mucho todo esto. Lo siento de verdad.

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  4. ¿Qué camino? ¿Qué es lo que sientes? He puesto un XD superamable en mi respuesta... Si no te gusta lo que escribo no lo leas, claro, son textos escritos a toda hostia y ni los he revisado, vamos, que lo mismo no los soporto ni yo... además de momento se me ha acabado la inspiración, pero no sé a qué te refieres con "todo esto" ni por qué lo sientes

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  5. Igual te referías al comentario... lo del mundo desquiciado es una cita de Hamlet, no es que lo dijera yo, se me olvidó ponerlo... y bueno, la literatura yo no la concibo como refugio, o no solo como refugio, pero tampoco pasa nada si tenemos concepciones diferentes de la literatura

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  6. Anónimo9:02 p. m.

    Jajaja, no te preocupes. Sí, la literatura no sirve para pedir instrucciones, en todo caso las encuentras así sin más, por eso lo de lo siento xD

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