Que el inminente fin de
mi blog haya llevado a
mi imaginación a considerar el fin del mundo como un acontecimiento hermoso y de lo más hermoso quizá sea un signo de
mi solipsismo patológico. Como todos somos solipsistas y todos nos morimos, el mundo desaparece con nosotros y solamente la literatura muy menor se ocupa del Apocalipsis, decía, más o menos, Anthony Burguess. Yo lo dejo ahí.
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