martes, 19 de enero de 2010

¿Heidegger+Novalis+Spinoza?

Sobre la yerma planicie del aburrimiento vital se elevan de sopetón acontecimientos cuyo sentido es irreductible a sus causas y que provocan algo así como un ritmo interior que es un pliegue de lo exterior. Su infrecuencia es directamente proporcional a su intensidad. Espasmo nocturno de la mirada ebria mirando la noche por la ventana, por ejemplo. Aunque, bien mirado, no sabríamos determinar su sentido, como si éste se realizara tan solo como plenitud vacía, como relámpago en el claro del ser. ¿Qué es exactamente lo que pasa? Lo que pasa no tiene nada que ver con la exactitud. La pura sopresa de que haya algo en absoluto. Estar dispuesto a que lo amado por la mirada se convierta en el centro de un paraíso. Extraer de esta disposición, de esta apertura radical, una potencia activa inagotable, una alegría y un humor filosóficos elevados a la enésima potencia. Afirmarción osada de la filosofía como forma de vida más plena.

Delirios pseudofilosóficos

Es una verdadera monstruosidad, ¿entiendes? No quiero decir algo malo, definido lo más exactamente posible sería algo así como partes que se unen a otras partes sin formar conjuntos completos y armoniosos, porque no duran el tiempo suficiente, las relaciones se componen del modo más óptimo para ti sólo durante un instante de singular intensidad que atraviesa tu vida, toda tu vida, concentrada en ese instante-intensidad de furia mística apegada al más acá, se hace pura autotransparencia, es como conquistar la inefabilidad de lo más individual, entonces, al margen de su voluntad, uno se ve obligado a guardar fidelidad a ese acontecimiento-luz, a esa autotransparencia cósmica incapaz de pervivir en el tiempo... al instante siguiente estás instalado de nuevo en la secuencia cotidiana del acontecer insignificante y a tu mirada se le presentan cuerpos en descomposición, ruptura incesante de relaciones con el mundo, contigo mismo, con ese todo imposible y nada redondo, esa instantánea patafísico-químico-mística que está más acá y más allá y es la pura excepción, puro fuego, grito, desgarro, beatitud loca, desquiciada...

La vida es monstruosa, pero no quisiera apelar a una imaginería oscura y tenebrosa, simplemente quiero decir que las partes no encajan siempre entre sí, hay desequilibrios, tormentas, me refiero a ese presentimiento tan explotado por la ciencia-ficción, de que hay algo que no encaja, de que hay un fallo en matrix. Si uno lo piensa, lo único que no encaja somos nosotros. Ya sé, pensamientos de teólogo... en cualquier caso, Dios es para mí uno de los nombres de la nada. Dios no es. Y el hombre no es tanto la excepcionalidad en el orden del ser otorgado por decreto divino, sino la excepcionalidad en el orden del ser porque es el único ser que comprende, difusamente, el ser mismo. Tejemanejes filosóficos, dirás. Desconectados de la realidad. ¿No elevar la realidad a la autoconsciencia es estar conectado con la realidad? ¿No será acaso estar hundido en ella? Todo lo que hay son relaciones, mezcla, fantástica y resplandeciente impureza, devenir loco, fuera de quicio... Transforma los conceptos en intuiciones y verás el mundo tal cual es: infinito. Entropía galopante, juego de velocidades y lentitudes variables.

domingo, 10 de enero de 2010