martes, 30 de noviembre de 2010

La Gran Obra Maestra (5-0)

Insuperable, sublime, pletórico, grandioso, magistral. Me refiero al Barça, claro.

El silencio de la nieve

Ahora nieva -copos blandos, grandes, iguales y distintos- y yo ya escribí todo lo que pude sobre la nieve. Manos, bocas y ojos en la nieve, y coches varados, y chimeneas y chocolate con churros, y tejados y árboles nevados. El silencio de la nieve hace innecesarias a las palabras:

lunes, 29 de noviembre de 2010

Lo que no tiene nombre

La ventana de la habitación que esconde lo que no tiene nombre
da al mar
los nudillos de las olas golpean el cristal
sus yemas de sal preguntan
nadie responde
el rumor del oleaje
nadie lo escucha ya

Canto helado

El miedo y el humo de las chimeneas
y el frío y la tristeza dulce y pegajosa
y el temblor cálido y las miradas que se beben
y se derraman y su urgencia desbocada
y los labios de escarcha que claman por la lumbre
y la violencia desesperada de la piel
y la cascada inútil de palabras
y el mundo que delira
y el cenicero rebosante
y la rabia y la serenidad intentando abrazarse
y bailar sobre las ruinas
y mis pasos sobre la lluvia que me encharca
y tu risa que salta ligera y se desliza
todo eso y más se me enreda en los huesos
se me clava en la piel y me muerde
se me arremolina en los ojos con gritos desvaídos
susurros afilados
canto helado del llanero solitario

Rasgar

Ahora voy a arañarme
como si fuera una nube gris
para rasgarme
y así abrir
algún maldito horizonte
por el que se asome una luz
que ilumine la herida

Los gestos inútiles

Mira que de gestos inútiles ardiendo en el vacío
las manos frías asiendo espectros
quebradas ramas de invierno
la mirada callada incapaz de desplegarse
retornando a lo que ya fue
herida por el alcohol con un fulgor
de lágrimas cálidas

Mejor la rabia

Cuando las burbujas explotan
sobreviene el descalabro
y la angustia
la belleza cruel de la intemperie
y la rabia:
mejor la rabia que la nada
mejor la rabia afilada y punzante
que la blanda y paralizante astenia

Dos poemas muy breves

Piel blanca deshecha en el viento
tan fugaz que casi ni me acuerdo


Las palabras sin sentido caen sin cesar
cascada murmurante sola en su delirio

sábado, 27 de noviembre de 2010

Soledad y Guerra

Soy joven, rico y culto; y soy infeliz, neurótico y estoy solo.

Yo todavía no he vencido aquello que estoy combatiendo; pero tampoco estoy vencido y, lo que es más importante, todavía no he capitulado. Me declaro en estado de guerra total.

Fritz Zorn

Cursi y triste

En el lugar del corazón, cenizas.

jueves, 25 de noviembre de 2010

I lost myself

¿Y el rostro reflejado en la ventana, por qué no se encuentra?
Mirarse a uno mismo no ha dejado de ser extraño.

Y hoy ya no escribo más, que noto que la pinza se me va.

A los abandonados

Que las palabras salgan rotas de la garganta, feroces, violentas,
que griten y griten por los pasillos polvorientos y deshabitados
que se afirmen en su hermosura desgarrada
por las calles mojadas en las que tu rostro no aparece
y me quedo solo con un nombre escrito en el agua
que repito sin sentido a cada paso sin sentido que doy
con esta agitación febril que se mueve en círculos
sin siquiera desembocar en una catarsis explosiva
por eso al menos que exploten las palabras e iluminen el cielo
que se rompan y me rompan y todo se aligere
y dancen los pedazos de luces pálidas alrededor
como un séquito que velase a los abandonados

Like a videogame

Empuñar palabras como quien rema rumbo al encuentro con aquello que atemoriza y atrae y proseguir la absurda huida hacia adelante pasando pantallas y acumulando valor para enfrentarse al monstruo final como un guerrero sabio y feliz.

Lo bello y lo sublime

Escarbar con los dientes la noche
y a continuación dejarse caer,
tan ligero, como bañado en el océano
narcótico en el que por fin
se lleva a cabo la destrucción del yo
y sonreír tumbado boca arriba
mientras la tormenta
te azota las mejillas y la boca y los ojos
y poco a poco la amable serenidad
cede el paso a la furia desatada
y no hay nada más sublime que el poder


Y el mono desquiciado es dinamita
y su explosión una música terrible

Continuidad de los cuerpos

Y cómo decir todo lo que se desborda y desgarra y no tiene nombre.
Mejor te ofrezco mi cuerpo y haz con él lo que quieras.
Muérdelo, acarícialo, bésalo, aráñalo, tatúalo, lo que quieras.
Rompe como sea la discontinuidad de los cuerpos


Pero esta continuidad
se hace sentir sobre todo en la angustia; esto es así en la medida en que esa continuidad es inaccesible, es una búsqueda impotente y temblorosa.

Georges Bataille.

Antropología filosófica y filosofía del lenguaje

El ser humano es un mono desquiciado. Considero que esta definición, lejos de ser una broma, es muy precisa y clara. Heidegger hablaría del morar ex-stático en el ser. Pues eso, que estamos fuera de quicio. Y probablemente sea el lenguaje lo que nos saca de quicio.

PD: ¿De aquí se deduce que un escritor es un mono desquiciado a la enésima potencia?

La fe del escritor aficionado

No creer en los congresos, ni en los premios, ni en las discusiones literarias (sobre todo no creer en las discusiones), tan sólo confiar irracionalmente en el poder de las palabras de agarrarte del pelo cuando te estés ahogando y de sacarte a flote; el cielo será hermoso y el resgusto salado en la boca señal del peligro vencido.

Dejar de contener el aliento

Casi nunca leo poesía
pero miro todo
con afán pulverizador
y fumo mucho
mientras espero
a que vengan las palabras
y sonrío
y me muero de miedo
y quiero saltar
y arañar la luz
y posar ante este instante
entregar mi carne
a la claridad del día
que hoy ruge sin ocultar
la serenidad imperturbable
donde me pienso instalar
y lo único que hago
es mirar
por las ventanas
de mi habitación
del coche
del autobús
y entregarme
al deleite melancólico
del ensimismamiento
y al regodeo silencioso
de las sensaciones
moldeadas por la imaginación
y poco más
la verdad
asaltar quizás
el mundo de los hechos
con los retazos de la maravilla
eso sería bonito
y merecería la pena
porque que en el mundo hay
tanto cínico hijo de puta
que un poema debiera ser
un combate por conquistar
cierta libertad:
la capacidad para vivir
sin contener el aliento

Noviembre

Noviembre membrillo de escarcha azul transparente
mientras la muchacha sonríe desnuda y tirita de frío
igual que los árboles estremecidos y delgadísimos
alegre y perversa envuelta en su quietud extática
fervor de una luz insuficiente posada sobre su piel
más profunda que el canto silencioso de la nada
más misteriosa que el misterio de la muerte
piel blanca de escarcha derretida bajo el sol frío
del mes noviembre que es también tu nombre
y alas quebradas y sonrisas congeladas
y ojos de aguanieve trazados con un temblor nocturno

martes, 16 de noviembre de 2010

Final feliz

Si mi vida fuera una novela rusa. Saldría a la calle por la noche y haría un frío del carajo. Me enamoraría de una rusa que vería de pasada. Me enamoraría al instante, trastornado por su belleza pasajera. Y después me sentiría solo y triste y entraría en una taberna de mala muerte y le contaría al camarero mi terrible desgracia, la de enamorarme violentamente de rusas hermosas a las que no conozco. Hablaría, borracho, de sus ojos, de su pelo, sobre el que, si fuera un poeta francés, diría que tiene un perfume de desvelo, o algo así. Si fuera un poeta francés viviendo en una novela rusa acabaría peleándome con el camarero porque no sabría nada de madurar y lo sabría todo sobre fracasar. Sobre fracasar con un fulgor de belleza convulsa. Regresaría a casa taciturno y la casera me echaría por no haber pagado el alquiler durante meses. Antes de morir de frío en las calles mataría a la casera. Iría hacia algún puente y estaría a punto de tirarme. Pero si además de ser un poeta francés viviendo en una novela rusa el final fuese como una película de Hollywood la chica desconocida de la que me enamoraré violentamente al principio vendría y me cogería de la mano para que no me matara tan joven.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Bibliotecas II

From Hell

Cuando llega el frío, mi casa, curiosamente, se convierte en un horno sólo habitable por criaturas criadas en el maldito centro de la tierra. Uno lo pasa mal, pero no puede mandar sus naves a luchar contra el elemento matriarcal, porque no sirve de nada. La dictadura sobre la temperatura es férrea. El golpe de calor infernal que sufres al llegar de la calle te deja medio atontado, mareado y con ganas de mudarte al frigorífico. Así que aquí estoy, en manga corta y con la ventana abierta, y hace bastante frío afuera.

sábado, 13 de noviembre de 2010

El satélite herrumbroso

He aquí mi romanticismo incurable: un yo construido directamente como ruinas, satélite herrumbroso y ciberpunk, olvidado y solitario, orbitando alrededor de ausencias, imágenes fantasmáticas que no dejan que uno consista solamente en algo que se despliega por el universo helado en corrientes no circulares y sin retorno

PD: Lo del satélite herrumbroso no es mío.
PPD: Quizá este blog deba llamarse ahora Grafomanía patológica

S. preguntó su suerte al hada mágica

Dijo podrás ver el fin del mundo retransmitido por streaming, o como se diga, sonará post-rock de fondo: será una pasada.

No pensar

Frente al espejo, rollo Travolta en Pulp Fiction: te vas a tranquilizar, por la noche vas a ver al Barça, fumarás poco y no pensarás en nada. Sobre todo no pensarás. Como te has vuelto completamente idiota -i think i'm dumb, muy nirvanesca la cosa- ésa será tu estrategia vital a partir de ahora. Es fácil. Ánimo. Esto debería ser mucho más críptico aún.

No pensar, disolverse en una canción de Godspedd You! Black Emperor. Para siempre. Levantar los puños como antenas hacia el cielo, pero hacerlo sin pensar. Eso es todo. El éxtasis resplandeciente del derrotado. Creo que poco a poco voy logrando lo de ser más críptico. Quisiera escribir estilo noise, con tormentas de ruido alrededor de las palabras, su sentido asomando al fondo de un pasillo oscuro que asusta.

viernes, 12 de noviembre de 2010

El mar sigue lejos

Cuento los cigarros que quedan: uno, dos, tres, cuatro y cinco. Escucho Static, de Godspeed You! Black Emperor. Hacia el minuto dieciséis alcanza una intensidad descomunal. Miro las nubes. Miro el número de post que he escrito este mes: me estoy volviendo grafómano. La batería se acelera, como un corazón desbocado. Quizá no sea un buen símil, pero es verdad. Las guitarras gritan, más allá de las palabras. Cuando las palabras no guarecen, etecétera. El mar sigue lejos, todo sigue lejos. Escribir sin motivo, como un ritual compulsivo. Para conjurar qué. Para conquistar qué. Para abrirse en canal. Para ocultarse. Para esperar. Que algo acontezca. Pero sucede que a veces acontece algo y ese algo está sitiado por un vacío incolmable y entonces uno se pasa semanas rumiándolo de vuelta a la vieja soledad y la brecha de lo real sigue escociendo sin más. Pero todo es espectáculo. ¿O acaso creiáis que las viejas, polvorientas y venerables palabras no espectacularizaban? Máquinas diminutas de subjetivación, hormigas obreras construyendo la metáfora del yo. No existe acceso inmediato a uno mismo. Existe este río sin rumbo: el mar sigue lejos, etcétera.

La chica bonita

Cuando tenía catorce años, todavía rezaba y le pedía a Dios una chica bonita. Jugábamos al fútbol todos los fines de semana y no siempre ganábamos. En realidad, nunca ganábamos. Bebíamos cerveza y le pedíamos a Dios una chica bonita. Teníamos corbatas pero no las usábamos, sabíamos muchas oraciones pero no las rezábamos. Sólo nos acordábamos de Dios para pedirle una chica bonita. A los dieciocho entré a trabajar en una tienda; nada más verle la cara al encargado, perdía la fe. Era el chico de los recados, y aunque era un mal trabajo, mal pagado, Dios sabe que nunca me quejé y que todo lo que quería era una chica bonita. Un día pedí permiso para ir al funeral de mi abuelo y me lo negaron. Un día pedí permiso para ir a vomitar y me lo negaron. Trabajaba cuando estaba enfermo, porque decían que había muchos esperando mi puesto. No era divertido, pero yo no pedía nada. No pedía nada más que una chica bonita. Ahora que te has ido, paso el día viendo la televisión. No me gustan los concursos, pero he llamado a uno que se titula Llame y pida. Sé que parece un jodido juego de palabras, pero no importa. He llamado y sólo he pedido un poco más de lo que tenía antes. Lo único que he conseguido es una batería de cocina mandada a la dirección equivocada. No acabo de entender por qué es todo tan difícil. Nunca he pedido nada. Nada que no sea una chica bonita.

Ray Loriga, Héroes

100% libre de autobiografía

Todo debe estar ordenado, en su sitio, el vaso de agua en la mesita entre dos pequeñas columnas de libros, el paquete blando de tabaco Ducados rubio en la columna más próxima a la cama, el cenicero en la más lejana, las gafas al lado del paquete de tabaco, el móvil en el escritorio. Cualquier pequeña variación en esta disposición supondría la imposibilidad de conciliar el sueño. Los actos también deben ser ejecutados en un orden preciso y preestablecido inquebrantable. Al ir a la cama usar el baño de la planta baja. Al despertarse el de arriba. Lavarse la cara con agua fría antes de desayunar. La adhesión compulsiva a rituales disfuncionales es más fuerte que la razón. De nada sirve decir da igual dónde estén el paquete de tabaco, las gafas o el móvil, te dormirás igual. No, no lo harás.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Diá-logos heideggerianos: arte y verdad

-Se trata de disponer sobre un mismo plano dos logos, y ver qué pasa. Logos quiere decir simplemente el habla que patentiza aquello de que se habla, lo saca a la luz, permite verlo...
-Eso es un rollo muy Heidegger
-Yo soy muy de Heidegger. Me gusta cómo suena Heidegger
-¿Suena?
-La Filosofía es la más alta música.
-Eso es un rollo muy Sócrates.
-Me gusta cómo suena Sócrates. Las esdrújulas en general suenan bien, podría pasarme la tarde entera pronunciando esdrújulas: brújula, cúpula, cópula, Drácula, báculo, tentáculo...
-Sí, es cierto
-Dramático, espectáculo...
-Ya, ya, lo pillo.
-¿Qué patentizamos, pues?
-Patentizar suena a patinar y a deslizar
-Y deslizar a descalzar: los pies descalzos se patentizan como pies, descalzar es la puesta en obra de la verdad del pie, previamente ocultada, su ser olvidado sin que se vea siquiera la necesidad de reiterar expresamente la pregunta que interroga por el ser. La verdad, la aletheia, es originariamente desocultar
-Ya veo
-Claro, ves, ver es la función del logos, ver algo como algo, en su verdad: en este caso un pie que es traído a la presencia por obra de mi hablar.
-¿Qué más?
-Un pie es un algo óntico intramundano, pero el ser del ente-pie... ah, amigo, eso es otra cosa... bueno, no una cosa, porque una cosa es un ente, es otra cosa que una cosa, no sé si me explico.
-De ninguna manera. No te explicas.
-Entonces lo que sucede es que mi hablar encubre aquello de lo que hablo, en vez de mostrarlo, una pena...
-La verdad óntica del pie es simplemente su función, a saber, caminar. Pero pensemos, por ejemplo, en una obra de arte, una pintura por ejemplo, de un pie, lo que revela no es su verdad óntica, sino que expresa algo distinto, muestra al pie como pie, permite verlo en cuanto tal...
-Ah, sí, otra vez la función del logos
-O sea que el arte está en relación con la verdad, no es una realidad de tercera división, como en Platón.
-Al menos a mí me parece que así es.
-No obstante, Internet está lleno de poetas que fotografían sus pies.
-Sí, es un espectáculo lamentable
-Entonces, ¿seguiremos diciendo que ponen en obra la verdad del ser-pie, o diremos que están atontados?
-Ah, querido amigo, parece que nos encontramos al final de un diálogo aporético.
-Diálogo aporético, dos esdrújulas juntas, cuánta belleza...
-Socrático diálogo aporético, eso son tres
-Y Sócrates siempre iba descalzo, tal vez por esa relación que hemos puesto de manifiesto entre patentizar y descalzar como puesta en obra de la verdad-aletheia
-Tal vez, pero es un poco rebuscado

Thom Yorke's Poetry

Kill me Sarah
Kill me again... with love

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hace un frío de muerte

Ahora ya se nota el frío de verdad: golpea las mejillas, estremece las manos, evoca abandono. Pero no es cómodo fumar con guantes. Camino por ahí como el hombre invisible. Nadie me ve. El frío en los labios, el humo en los pulmones, el horizonte hecho trizas. Meto las manos en los bolsillos. Vuelvo a hablar con Alejandra, enamorada del viento, después de tanto tiempo: qué hacemos con el miedo. Sonríe. No sabemos. Qué hacemos con las imágenes clavadas en el cerebro con alfileres de labios que sonríen y se acercan y luego se alejan y ya no vuelven. Qué. No sabemos. Un anhelo indefinible me atravesó un día, y me partió, y por eso no tengo patria, dice. Sus ojos pequeños y brillantes como la muerte, negros como la muerte. Sus dedos delgados nadando, tan blancos, frágiles como la vida, pero fríos como el viento: los entrelaza con los míos y yo me asusto y le digo Alejandra, estás muerta, por eso estás tan fría. Lo sabe.

Inmerse your soul in love

El catarro y una ligera sensación febril extrañamente agradable me sumen en una ensoñación nostálgica animada por un Eros más cercano a Radiohead que a Platón. Inmerse your soul in love. Una inmersión. Decía Thom Yorke que Street Spirit era un túnel oscuro sin luz al final. A mí, al contrario, me parece que es una luz desmayada que lo empapa todo con una intensidad emocional desquiciada y desgarrada, una belleza excesiva y triste, sí, pero no opresiva, no es un túnel, en los túneles no hay lugar para las melodías, las melodías necesitan espacios abiertos, expandirse, aunque se desvanezcan. Todo se desvanecerá.

Ek-sistenz

Si el lenguaje es la casa del ser, la música quizá sea su jardín y ahí, al aire libre, se escuche mejor que el ser del hombre es apertura.

PD: El ser no es ni dios ni un fundamento del mundo. No es algo que esté detrás de los fenómenos (Heidegger dixit).

martes, 9 de noviembre de 2010

Understanding Post-Rock

La música instrumental tiene una cualidad metafísica y primitiva

Warren Ellis.

Da igual

La clase es aburrida, S. mira las gotas de lluvia que se acumulan lentamente sobre el cristal de la ventana, las escucha, tocarlas no, no se puede, desde este lado del cristal no, límite transparente que divide el mundo, afuera el frío, adentro el calor de calefacción, los bostezos, la galvana, el runrún de la profesora, lejano, ininteligible. Dice algo sobre el mundo. Pero cuál, éste de aquí, o aquél, quién sabe, no sabemos nada, los puntitos transparentes descienden ahora, de vez en cuando, dejando estelas, huellas, rastros que se pierden, organizan carreras, nadie gana, ni pierde.
S., un poco de atención, hijo.
S. no puede prestar atención, S. necesita emplear todos sus recursos psíquicos en la contemplación de las gotas de lluvia para espantar las ideas lúgubres y densas que se le acumulan en la cabeza esta mañana.
S., hijo, ¿qué es lo que acabo de decir?
¿Qué acaba de decir? Ni idea. La profesora suspira, mueve la cabeza en signo de desaprobación.
Como sigas así, vas a repetir curso.
S. piensa: que te jodan. S. piensa: me da igual.
S. está en plan nihilista punki desolado y no quiere saber nada de nada, ni de nadie, y tiene miedo y la siguiente clase se la pira fijo, se va a la biblioteca y listo.
A tomar por culo.
Ponte aquí delante, a ver si así conseguimos que dejes de estar pensando en las musarañas.
Pensando en las musarañas, en Babia, en las nubes o en la luna, en cualquier sitio mejor que en éste, no te.
Venga, un poco de garbo.
Un poco de hostias en vinagre.
S. piensa: cuando se acabe la clase, me fumo un cigarro en el patio, me voy hasta la biblioteca, estoy allí dos horas y luego vuelvo para coger el bus a casa, como, duermo la siesta, escucho música y me olvido del Instituto.
Desvalido, raquítico y con la mirada gacha camina bajo la lluvia. La soledad, los libros, el silencio, un refugio.
Voy a suspender todas. Bueno, da igual.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Cambios ortográficos

Los de la RAE se han vuelto locos. De remate. Sólo (con tilde) quería decir eso.

El límite del mundo

El límite del mundo es borroso, poroso...
No, no, es una cuchilla de afeitar.
Allí baila la chica bonita, nunca verás unos ojos así, puro temblor de oceános ingrávidos...
Es un páramos helado, te mordería la yugular.
Saltas y despegas y eres melodía, burbuja...
Primero se te hielan las manos, luego se te agrietan los labios y por último te desangras.
Allí te transformas en materia, en misterio...
Y dejas de ser.
Dejas de ser, pero no hay espanto, sino...
Hay espanto. No insistas.
Expansión y fusión, despliegue y danza, bajo tus pies vacío colmado de plenitud...
No hay nada.
Eso, nada esplendorosa, maravillosa...
Bobadas.
Ya, sin embargo...
Sin embargo qué.
Nada, nada...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La gran pantalla fantasmática

Mi mirada es ahora fría y feroz como un puñal de plata. Entre los matorrales, solitaria, raja el universo con un destello fugaz y se incursiona en la luz cegadora, insoportable, inhumana. Incapaz de proseguir, se repliega frente al encuentro inminente con el desgarramiento absoluto. Se encoge, se eriza, se apaga. Se acurruca en tus brazos ausentes. Ausentes y fríos. Ahora afuera luce el sol dibujando nítidamente el contorno de los tejados, de los árboles inmovilizados, no hay nadie en la calle, nadie en los tejados. Miro a nadie. Frío en los ojos, sol de invierno frío. Sumergirse en la angustia o retroceder con una mueca de espanto y encender el televisor, qué clase de estúpida cuestión es esa. La mires por donde la mires, no tiene sentido. La culpa es de Hegel: el espíritu encuentra su verdad en el desgarramiento absoluto. Te pareció tan hermoso. Una cosa muy de poeta maldito sin pizca de panlogismo omniabarcante. Una cosa muy de éxtasis místico antiburgués sin pizca de confort consolador. Por eso lo de mi mirada que ahora acecha en la noche poseída por el ansia de encontrar alguna clase de placer desgarrado y brutal, de encontrar su verdad. Pero, al parecer, su verdad es la del agujero sin fondo. La gran pantalla fantasmática. La nada inaprehensible sin la cual el ser no se daría, por decirlo de algún modo.

Amélie Nothomb+Radiohead

"Lo que activó el mecanismo fue un disco de Radiohead. Se llamaba Amnesiac. El título le iba bien a mi destino, que resultaba ser una forma de amnesia sensorial. Lo compré. Lo escuché y no experimenté nada. Aquél era el efecto que, en adelante, me producía cualquier música. Ya empezaba a encogerme de hombros ante la idea de haberme procurado sesenta minutos suplementarios de nada cuando llegó la tercera canción, cuyo título hacía referencia a una puerta giratoria. Consistía en una sucesión de sonidos desconocidos, distribuidos con una sospechosa parsimonia. El título de la melodía le venía como anillo al dedo, ya que reconstruía la absurda atracción que siente el niño por las puertas giratorias, incapaz, si se había aventurado, de salirse de su ciclo. A priori, no había nada conmovedor en ello, pero descubrí, situada en la comisura del ojo, una lágrima.

¿Acaso era porque hacía semanas que no había sentido nada? La reacción me pareció excesiva. El resto del disco no me provocó más que un vago asombro causado por cualquier primera audición. Cuando terminó, volví a programar el track tres: todos mis miembros empezaron a temblar. Loco de reconocimiento, mi cuerpo se inclinaba hacia aquella escuálida música como si de una ópera italiana se tratara, tan profunda era su gratitud por, finalmente, haber salido de la nevera. Presioné la tecla repeat con el fin de verificar aquella magia ad libitum.

Cual prisionero recién liberado, me entregué al placer. Era el niño cautivo de su fascinación por aquella puerta giratoria, daba vueltas y más vueltas por aquel cíclico recorrido. Parece ser que los discípulos de la escuela decadentista buscan el desenfreno de todos los sentidos: por mi parte, sólo tenía uno que funcionara pero, por aquella rendija, me embriagaba hasta lo más profundo de mi alma. Uno nunca es tan feliz como cuando encuentra el medio de perderse."

Amélie Nothomb, Diario de Golondrina


lunes, 1 de noviembre de 2010

Post-Punk Poetry

She says it helps with the lights out
her rabid glow is like braille to the night

Interpol, Leif Erikson

Sin ton ni son

Las carreteras, las nubes grises, el movimiento perpetuo, sin fin, paquetes de tabaco vacíos por el escritorio, discos viejos, recuerdos viejos, el tedio que planea denso y vacío, el anhelo incolmable, la inquietud, la perpetua inseguridad, películas que ya no apetece ver, los ahora qué, los después qué, la mala hostia y la tristeza, disolverse así, cayendo y cayendo, feliz de desaparecer, el género bobo, las enumeraciones sin ton ni son, la autoconciencia irónica que nos separa de las cosas, fundirse con qué, el mar o la luz o tu mirada que se escurre en la noche, correr y correr lejos del monstruo, ojos verdes pelo verde, fuera de aquí, rápido, la noche no tiene fondo, no hay nada detrás, caerás y caerás sin fin, movimiento perpetuo, sin puerto de llegada, ni principio ni fin, la canción más triste, buscar qué en unos labios, la incertidumbre, la lumbre apagada, la nada de las piscinas vacías en invierno, el sempiterno estruendo de la piel que arde, inconquistable, con llamaradas que se extinguirán pronto, llamadas a nadie, canto inarticulable punteado de dudas, temores, temblores, saltar y danzar, si tan sólo supiera mantenerme a la pata coja sobre la cuerda floja, avanzar sin miedo, planear entre la niebla, desdibujado y solo, esperar el rescate, el encuentro, la senda, gritar con los ojos cuando la garganta se empapa de tristeza...

Breve biografía de no sé quién

Fue un chico tímido, prepotente, asustado, sensible y con muy mala hostia.
De pequeño era guapo.
Y ya entonces tenía muy mala hostia.
Mucho genio.
Con menos de tres años hacía cosas como tirarse en la carretera al bajar del autobús pataleando y gritando; tirar huevos, vasos de cristal y casitas de muñecas para ver cómo se rompían. Después continuó dándole patadas a las cosas.
Con doce años, tras caerse de la bici, rompió el sillín, a patadas.
También fue un maniático de mucho cuidado y un bebedor de cerveza extraordinario.
A veces la rabia se le quedaba atorada en la garganta en forma de tristeza.
Una vez, fumando marihuana, se le reveló la verdad, de forma fugaz.
Nunca se enteraba de nada.
Le perturbó mucho una frase de Kafka: no tenemos nada en común con nosotros mismos, y mucho menos con los demás.