domingo, 28 de septiembre de 2008

Por favor

Esto es de suma importancia: por favor, no doblen The IT crowd, sean quienes sean los monstruos sin escrúpulos que perpetran tamaña atrocidad.

La luz, again

No sé qué ha pasado con Pensamientos Despeinados, así que vengo aquí a escribir, como quien se va de vacaciones a una casa que es suya, pero que no es suya del todo, porque aún no la ha habitado el tiempo suficiente, no se ha acostumbrado todavía a ella. Aún tengo que limpiar el polvo, abrir las ventanas, comprobar a qué lugares nuevos puede asomarse. O a qué lugares viejos, desde perspectivas nuevas. Whatever. Si no recuerdo mal, venía aquí a hablar de errancias y de gusiluces, es decir, de vagabundos extra-vagantes y de nostalgias. (Gusiluz: símbolo con un exceso de significación que se refiere -aunque la referencia sea inescrutable (o algo así) y el sentido se disemine (o algo así)- al mundo perdido de la infancia, y aquí podemos enlazar con el mito Paradise Lost, paradise lost in your memory) En la memoria, que se alía con la ficción, para crear mundos perdidos. Gusi-luz. La luz, otra vez. La luz que brilla en la oscuridad. ¿Dónde iba a brillar? Como la palabra, como el verbo ser (el único verbo, todos los demás se refieren a él, según Foucault en Las palabras y las cosas), luz del mundo. Y la verdad no es otra cosa que el espacio-luz (Eugenio Trías, Los límites del mundo).

Disonancias, sad songs, rotondas (escrito sin ton ni son)

Una disonancia perturbadora entre unas imágenes alegres, que se sucedían en ráfagas intermitentes, y una música triste, con un piano que sonaba como sumergido en lo profundo de un lago, donde ya no llega la luz -y aunque la luz no sea condición suficiente es condición necesaria- azoraba mi ánimo resacoso y mi holgazanería crónica. Protect me from what i want. Pero ayúdame más bien a desear. Nada grande se ha hecho sin pasión (Hegel dixit). A-pático y a-taráxico como un filósofo estoico, revoloteando como un mosquito atontado alrededor del fuego digital de la pantalla, viendo video en youtube y enroscado y aterido de un frío que no pertenece del todo a este mundo. Extiendo la manos en busca de alguna hoguera. Las canciones tristes -el territorio ubicuo de Sad Songs- trazan la cartografía sentimental de subjetividades cool (frías) -ah, los sujetos indiferentes que crea la moda, la moda ha perdido la cabeza -lo sabe Eloy Fernández Porta: el coolhunter se internó en la selva. No más de tres minutos, toda nuestra desazón cabe en tres minutos. Mejor el pop que el piscoanálisis. Pop, Pop, pop, pop. Si supiera cantar. Sing a sad song, man.

Una auténtica política revolucionaria consistiría en una limitación del deseo, me dice el filósofo estoico que habita en mí. El deseo se liberó y creó una cultura de consumo, esquizofrenia productiva, emperoramiento generalizado de la mercancía y la sustitución de las personas por marionetas. Le escucho, no me convence del todo. A mí todo me parece bien con tal de poder seguir escuchando canciones. El misántropo se alía con el estoico en el teatro improvisado de mi mente, y juntos se ponen a la tarea de crear una fortaleza interior, para defenderse de los indios. Pero, por suerte, aparece otro personaje para decirles que están construyendo una cárcel. Dejad de hacer idioteces, les dice. Lo más importante en un edificio son las ventanas, el espacio es la esencia de la arquitectura. Que entre la luz. Volvemos al tema de la luz en esta filosofía improvisada y apresurada de la arquitectura. Metáforas aquitectónicas: el conocimiento como un edificio, la mente como un espacio interior, pero la mente, como la verdad de X Files, está out there (por cierto, sé que es una chorrada intercalar términos en inglés sin ton ni son, pero es cool; y aquí viene un emoticono: XD). Out there, el afuera (sobre esto veáse Foucault). Hay que prestar siempre atención a las metáforas: la metáfora de la red invade el pensamiento, las carreteras ya no se construyen siguiendo un modelo centralista sino un modelo de redes, una telaraña, y por eso cada día hay más y más rotondas.