domingo, 22 de junio de 2014

Legitimidad

No voy a insistir (mucho) más en lo que ya he dicho. La monarquía carece de legitimidad democrática. La expresión misma monarquía democrática es conceptualmente absurda.

Estabilidad

El argumento, por llamarlo de alguna forma, de la estabilidad que proporciona la Corona. Se trata de un supuesto acríticamente asumido (es una idiotez, en realidad), pero bueno, sea. Entonces, ¿por qué no ponemos a un dictador? Que se acabe el caos de los partidos. Que el ejecutivo no esté sujeto al mundo ontológicamente inferior del devenir. La estabilidad, dicen. La paz, decía el otro, el que puso al anterior Rey.

La monarquía a través del espejo

Cuando es una persona quien legitima una institución en lugar de ser de al revés, mal vamos.

miércoles, 11 de junio de 2014

sábado, 7 de junio de 2014

Último atardecer sobre la tierra

Solo de manera muy vaga y desvaída se imagina su porvenir. Sabe que no es conveniente llamarlo antes de tiempo, o si no uno se encontrará con un presente muerto. Algo así recuerda haber leído en los diarios de Kafka, pero no sabe muy bien qué significaba, o no quiere saberlo.

Se ve a sí mismo, envejecido, en un lugar frente al mar, un lugar alejado de todo y de todos, en una terraza abandonada, sentado en una vieja silla de hierro de color verde, con unos cuantos libros que reposan sobre una mesa también verde, también de hierro y también vieja. Un libro escrito por un latinoamericano melancólico y valiente, un latinoamericano que supo que los poetas lo pueden soportar todo, aún cuando eso, su extraño oficio, les envíe a la locura, a la pobreza o a la muerte. En la muerte desembocamos todos, en cualquier caso. Otro libro es uno que trata sobre un viejo que sale a pescar un pez y logra pescar el pez, uno enorme, pero durante el camino de regreso los tiburones se lo van comiendo y todo es bastante triste pero a la vez, de un modo extraño, esperanzador. Un libro sobre el orgullo y sobre la resistencia, tal vez, aunque lo cierto es que el libro, como todos los buenos libros, es indefinible y no se sabe de qué trata, solo se sabe que uno lo ama y que leerlo le ha salvado la vida. Hay otros libros, pero la imagen del futuro resulta borrosa, los títulos son indescifrables, la arena azota las cubiertas, algunas páginas salen volando, revolotean con el viento, como si estuviesen jugando. Palabras desgarradas y felices.

Está leyendo, de vez en cuando mira el mar, sentado con las piernas cruzadas, la piel reseca por culpa del salitre, el rostro sereno. Bebe largos tragos de su cerveza. Fuma un cigarro tras otro. En realidad, su rostro no está sereno sino debatiéndose entre la gravedad y la gracia. La hermosa lucha de toda una vida, piensa. Hace viento, mucho viento, el oleaje se encabrita y ruge feroz, como si llamase a alguien que insiste en ignorarle. La arena le golpea en los ojos. En el cielo se amontonan nubes negrísimas, pero no se trata, de ningún modo, de un mal presagio. Parece la antesala de algo, pero no hay manera de averiguar nada.

Fuma y lee y mira el mar y el horizonte de nubes negras y no tiene miedo.

Inevitablemente, recuerda los días felices de antaño. Inevitablemente, se pone triste. Pero también contento. La ceniza del cenicero sale volando por culpa del viento. La brasa de su cigarro brilla con un fulgor casi sobrenatural. Es hermoso. Siente la brisa recorriendo su piel vieja y reseca y eso, más o menos, es todo. La imagen no ofrece detalles del contexto. ¿Dónde está? ¿Cómo ha llegado ahí? ¿Tiene familia? ¿Hijos? No puede saberse.

Lo que sí puede saberse es que lágrimas de felicidad y de tristeza surcan sus arrugadas mejillas y que se prepara una tormenta y que atardece. Y que el último atardecer sobre la tierra se parece mucho a un atardecer cualquiera.

Con todos mis respetos, señor Bolaño.

viernes, 6 de junio de 2014

Ruiseñores, melancolía

Decía Cioran que en un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.

Oda a un ruiseñor, John Keats

Quieto, ocioso, abotargado... La experiencia central del melancólico es una ralentización de su tiempo interno frente al cual la marcha de la vida exterior resulta absurdamente acelerada y como arrastrada por una farsa irrisoria y enmascarada.
María Bolaños, Pasajes de la melancolía: arte y bilis negra a comienzos del siglo XX 

miércoles, 4 de junio de 2014

Fort Apache - El crepúsculo del rey Juan Carlos



Lo siento, voy a dar más la vara. Hay cosas que son importantes aunque sean aburridas, que dijo (más o menos) DFW.

martes, 3 de junio de 2014

Carlos Fernández Liria - Capitalismo y ciudadanía

Hípica, esquí... No paran





PD: Ya, prometí que no iba a dar más la vara con el tema, pero, en fin, si vamos a seguir teniendo instituciones profundamente antidemocráticas y corruptas, al menos habrá que reírse de ellas. En 1994 y en 2003 ya había, aunque parezca mentira, críticas a la Monarquía (y otras fechorías).

lunes, 2 de junio de 2014

Prometo no dar más la vara con este tema de los bribones



Nacen borbones, se crían bribones y se mueren bobones
Leopoldo María Panero

Pensamiento crítico



PD: Hay que leer a Marx, efectivamente. El manifiesto comunista es un clásico ineludible. Yo recomendaría también Manuscritos de economía y filosofía. Aquí una breve reseña que escribí ya hace bastante tiempo sobre esta obra.

A los reyes no se les vota



No me voy a cansar de decirlo: en ausencia de legitimidad democrática, la Corona se inventa un relato mítico sobre sus orígenes. No veo qué objeción se le puede hacer a esto.

República


Supongo que es evidente para cualquiera con una mínima capacidad de pensar que una institución que no se vota carece de legitimidad democrática. Podrá tener, igual que muchas dictaduras, legitimidad carismática, lo cual, desde luego, en una supuesta democracia es intolerable.