miércoles, 19 de septiembre de 2012
Sauces
La reverberación del sol sobre las aguas siempre cambiantes del río atrapa tu mirada, como si los intermitentes destellos de luz proyectasen hilos invisibles, irrompibles, en dirección a tus ojos, frágiles hilos de luz que te unen aún al mundo. Toda tu atención, todo tu ser, se dirige y concentra sobre la superficie móvil y serena del río. Ese ritmo callado, murmullo incesante. Ese río nunca igual a sí mismo en el que no te puedes bañar dos veces y ni siquiera una vez. Las ramas del sauce rozan las aguas, como la mano de una niña distraída que juega en la orilla. Ahora sabes por qué lloran los sauces.
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