martes, 28 de febrero de 2017

La moda

El cazador de tendencias
se internó en la jungla
y fue capturado 
por las jebis.
Una vez en la aldea
lo sacrificaron al dios
Rosendo
y sirvió de alimento a la tribu.
Sus dientes se usaron para hacer abalorios
su piel, para parches y chapas
y el cráneo, tan blanco, lo arrojaron al cielo
donde quedó girando y girando para siempre.
Y así,
cuando hay luna llena
luce la calavera entre un séquito de estrellas
y en las noches de eclipse
las jebis señalan a lo alto
y susurran a sus hijos:
«¡Mira!
La moda
ha perdido la cabeza».

Eloy Fernández Porta, "parábola UrPop" en Homo Sampler

¿A qué historiador se le hará creer que una moda, un entusiasmo, una pasión, incluso las exageraciones no revelan la existencia, en un momento dado, de un foco fecundo en una cultura?
Michel Foucault, citado en French Theory de François Cusset

sábado, 25 de febrero de 2017

Mira, tan solo mira

A Terrence Malick

Mira, tan solo mira. 
El amor sobrenatural 

desciende una vez más. 
Se posa sobre los tejados.

Sonríe a través de las cosas
El camino de la gracia es el nuestro,

el de todos. Lo más humilde
y lo más insignificante, todo brilla.

Somos lo que miramos. Sus pies 
desnudos sobre el césped mojado.

Su sonrisa triste, tan hermosa 
que duele. El hombre no estaba

aún sobre la tierra pero la claridad
del alba reptaba ya sobre la tierra.

Una promesa temblorosa, misterio
indescifrable. El mero hecho de ser.

Y llegó el hombre, y con él la muerte.
El desgarro, el dolor. Para qué

nos creaste, pregunta una voz.
Para qué tanto dolor, grita.

Cae la noche y nada tiene sentido. 
Sus ojos tristes, el amor sonríe

a través de sus ojos tristes. 
La procesión de las almas desgarradas

atraviesa desiertos oscuros. Sus lágrimas
brillan en la oscuridad como antorchas,

sus pies dibujan melodías de arena y silencio.
Mira hacia arriba, tan solo mira:

tú eres eso, la distancia, los océanos
de tiempo que la luz atraviesa

para llegar hasta aquí, hasta este 
insignificante rincón del universo.

Y ahora cierra los ojos y respira
el viento que aletea sobre el caos.

Del caos surgió la brillante estrella
de la mañana, la más danzarina y alegre.

Y al final del todo, todo será por fin
silencio y paz, serenidad sin fin...

jueves, 23 de febrero de 2017

Series Vs. Libros

Mis amigos no paran de decirme que tengo que ver tal serie y tal otra, así que prácticamente estoy obligado a ver series. Pero cada vez me da más pereza. Prefiero leer (no digo que sea mejor leer que ver series, solo digo que yo lo prefiero; al leer uno va a su ritmo, puede divagar, pensar, no está sometido a un ritmo impuesto desde fuera). 

Ahora mismo tengo que terminar de leer Brújula de Mathias Enard, La gravedad y la gracia de Simone Weil, los Cuentos completos de Cynthia Ozick, Delirio y destino de María Zambrano, Jane Eyre de Charlotte Brönte; y además creo que estoy moralmente obligado a leer muchísima más poesía española contemporánea y tener una visión más clara de cómo está el panorama, si es que pienso seguir escribiendo poemas. 

Y aparte tengo que estudiar legislación y movidas bibioteconómicas (esta es la verdadera obligación, lo anterior es ocio y disfrute).

PD: Y también me gustaría leer la trilogía Leyendas de Dune, aunque quizá sea tan infame como las precuelas de Star Wars (bueno, no hay que exagerar: nada en el mundo es tan espantoso, tan atroz, tan doloroso como los episodios I, II y III de Star Wars, excepto tal vez el episodio VII). Todavía no lo tengo claro. Leer Leyendas de Dune es arriesgarse a destruir la resonancia mítica de la Yihad Butleriana... 

Elogio del astigmatismo

A veces me quito las gafas, miro el mundo —borroso gracias a la forma irregular de mis córneas— y pienso en la frase de Philip K. Dick: «toda visión del mundo es astigmática».

Unión de contrarios en la lava volcánica del cerebro

Euforia y tristeza
rabia y serenidad
mirada y mordisco
éxtasis y reclusión
desierto y jardín...

miércoles, 22 de febrero de 2017

Elogio de la autonomía individual y apología de la cafeína

Leave me alone because I'm alright...
Solo necesito sol y café.

12:48

Empecé a escribir un poema 
en el que decía: «soy más tímido
que Morrisey, pero a mí
me gustan las hamburguesas».
No terminé de escribirlo. Son
las 11:20 de la mañana y ya 
he tomado tres cafés. 
«Hay demasiada cafeína 
en mi torrente sanguíneo».
El poema podía haber continuado 
así: «hablo solo, bebo café
y a veces, sin querer, pienso en ti».
En un poema siempre queda bien
echar de menos a alguien.
Ahora son las 11:47. El tiempo
es la única violencia, dice Simone Weil.
Desgarra el alma, y por su desgarro
entra la eternidad. Tengo una constante
sensación de déjà vu mientras escribo
esto (es raro). Quizá porque me he puesto
a escuchar Is This it. Como si estuviera
otra vez en el instituto. Pero justo ahora
acaba de terminar el disco. 
Son las 11:53. Intento prestar atención
al presente, a lo que estoy haciendo ahora,
a lo que me rodea, a mi cuerpo.
Pero mi mente se empeña en divagar,
se balancea entre la nostalgia del pasado
y el miedo al futuro. A veces se confunde
y añora el futuro y teme al pasado. 
Quiero redimir el pasado con el poder
de mi mente. Ahora son las 12:00.
El sol, radiante, puro, astro generoso,
esparce su luz sobre la superficie
de todas las cosas. Lo esencial es visible
a los ojos. «Mis ojos proclaman
que todo es superficie». Volvamos
al poema inacabado. «Pienso en ti, tú que eres
sombra y sonrisa, realidad intangible».
No conviene decir «realidad intangible»
en un poema. Lo mejor sería
eliminar todo rastro de metafísica. 
Escribir, por ejemplo, «sueño inalcanzable»
en vez de «realidad intangible».
Quedaría así: «Pienso en ti, tú que eres
sombra y sonrisa, sueño inalcanzable».
Pero queda muy clásico, muy cursi.
Son ya las 12:08. Ahora no sé qué hacer
ni qué escribir. Otro café creo que sería 
pasarse de la raya. Si no se me ocurre nada 
tendré que hacerlo, por el bien 
de la poesía improvisada.
(Siempre puedo citar a alguien, es un recurso
que nunca falla. A algunas personas le molestan
las citas. A mí no. A mí me chiflan.
Está en desuso la palabra chiflan, ¿verdad?)
Vale, son las 12:15, sigamos con el poema 
inacabado (el poema dentro de poema, ya saben). 
«apenas un recuerdo, un hermoso cactus 
en medio del desierto». Sí, ya sé que estoy 
obsesionado con los desiertos, y que la comparación 
con el cactus tal vez no sea muy adecuada.
Cambiémoslo: «lirio blanco en medio de la noche».
La verdad es que no sé cómo son los lirios...
Ahora sí, acabo de mirar fotos de lirios en Google
(y de descubrir que lirio blanco es símbolo
de castidad y de pureza, y que se asocia
con la Virgen María, lo que no sé si le viene bien al poema).
Cardos, lirios... de nuevo he tenido que acudir a Google
para citar unos versos de El cantar de los cantares:
«como un lirio entre los cardos 
es mi amada entre las jóvenes». 
Los versos estaban rondando por mi subconsciente, supongo,
de ahí las referencias a cardos y lirios.
Ahora son las 12:27. Tengo un cactus en mi habitación,
un cactus real, un cactus fuera-del-texto
(que al parecer quiere colarse en los poemas
y adquirir algún tipo de simbolismo).
Es hora de tomar el último café de la mañana.
Así a lo bobo llevo más de una hora
engolfado con la escritura de este poema/lo que sea.
(La poesía es palabra en el tiempo. Son las 12:31).
(Por la tarde tengo que estudiar, ya noto la culpa 
reconcomiéndome por dentro por haber perdido el tiempo
esta espléndida mañana de febrero en León).
Ya estoy de vuelta. Tengo una café recién hecho
al lado del ordenador. Son exactamente las 12:37.
Bien, ¿por dónde íbamos? El dichoso poema, sí.
«Como un lirio imaginario, 
como una muchacha indecible
que danza en medio de la noche,
y dibuja con su cuerpo filigranas de fuego,
es mi amada para mí...». 
Ahora viene la parte autoconsciente y crítica.
Estoy literalmente haciendo muecas de disgusto
y emitiendo sonidos guturales de desaprobación.
No me acaba de convencer. «Filigranas de fuego»
me suena guay, pero el tono sigue siendo
muy clásico y muy cursi. ¿Hay un ligero matiz irónico?
(Yo creo que sí. Para mí sí lo hay)
En fin, no sé. Ahora son las 12:46. Estoy a punto
de acabar el café. Y creo que ahora, justo ahora,
debería terminar este poema. Exactamente
a las 12:48.

martes, 21 de febrero de 2017

Sin tabaco y sin destino

SIN TABACO

Hace más de una década que escribí esto...

PD: Por cierto, cuando tenía once años escribía un diario, así que podría decir que escribo desde hace más de veinte años. En estos últimos veinte años he escrito sobre todo majaderías*, pero ya veremos en los próximos veinte qué pasa.

*Afortunadamente me olvido del noventa y cinco por ciento, más o menos, de las cosas que escribo. De todas formas, escribir majaderías es una herramienta muy útil para probar que existes. Lo dijo Flann O'Brien: «he escrito majaderías, luego existo». 

lunes, 20 de febrero de 2017

Breve tractatus lógico-culinario

1. La merienda es la comida más importante del día. 

1.1. La poscena también tiene su importancia.

*

2. Se pueden comer torrijas en cualquier época del año.

2.1. Sin embargo, hay que tener cuidado, pues el tiempo podría salirse de sus goznes.

2.1.1. Hay un tiempo para sembrar y otro para recoger, etc. ¿Hay también una época determinada para comer torrijas?

*

3. Los pepinillos son un invento de Satán.

3.43. El mundo de los que comen pepinillos es distinto del mundo de los que no comen pepinillos.

3.4. Todos los pepinillos tienen igual valor.

3.3751. Que dos pepinillos, por ejemplo, se encuentren simultáneamente en un punto del campo comestible, es imposible, lógicamente imposible, porque lo excluye la estructura lógica del pepinillo.

3.5. En el mundo hay pepinillos, lo que demuestra que la existencia física de los pepinillos es lógicamente posible.

*

4. La sopa de cocido es gloria bendita.

4.1. A decir verdad, la totalidad del cocido, entendido como ente determinado y unitario, es gloria bendita.

4.1.1. Pero hay que tener en cuenta que la sopa de cocido puede tomarse sola, sin necesidad de meterse luego, entre pecho y espalda, el resto del cocido, de ahí que le hayamos dado prioridad, en la proposición 4, a una parte del cocido, la sopa.

*

5. Los garbanzos con arroz también son gloria bendita.

5.1. Pero deben estar bien hechos. Hay gente que no tiene ni puta idea de cómo se hacen, deja el arroz pastoso, no sé, un horror...

*

6. Pizza para cenar todos los días, ¿por qué no?

6.1. En este subapartado aprovechamos para reivindicar la grandeza de toda la cocina italiana. Amamos la cocina italiana. ¡Viva Italia!

6.54. Mis proposiciones son esclarecedoras en este sentido: cualquiera que las entiende acaba por reconocer que la sopa de cocido es lo mejor, que los pepinillos dan asco y que hay que comer más espaguetis, pizzas y risottos. 

*

7. Cocinar no es deconstruir.

sábado, 18 de febrero de 2017

Breves reflexiones sobre el yo, la lluvia y la poesía

He estado pensando —pienso mucho 
aunque soy como la célebre higuera bíblica: no doy frutos—
en cómo hacer que mi conciencia —tu manía
de decir yo «te arrastra, Sergio, no lo niegues»— 
desparezca del poema
y entre el viento libre, los predicados libres,
las cosas mismas, los pájaros mismos, la lluvia misma.

Se podría formular así: ¿cómo conseguir
que la lluvia extratextual que cae 
sobre los sempiternos tejados rojos 
que mi mirada voraz devora sin descanso
moje realmente el poema
y deje de ser una mera percepción privada?

(Es una manera bastante idiota de formularlo, a decir verdad)

También podríamos formularlo así: ¿Cómo acabar
de una vez por todas
con la poesía solipsista?

Pero también podríamos preguntarnos: ¿para qué
acabar de una vez por todas 
con la poesía solipsista?

(En este preciso instante 
no puedo evitar escuchar
una vieja y conocida voz 
que insiste en amonestarme:
has vuelto a escribir dándole 
a la tecla enter al azar)

Y ahora llegamos a la última pregunta de este poema:
¿Por qué hablas tanto de la lluvia,
precisamente tú, que tienes el alma seca?

Contesto robándole las palabras a Louise Glück:
mi alma se secó, y el espíritu, debido a la soledad,
fue seducido por la promesa de la gracia.

(Y volvemos al misticismo desbocado una vez más, 
dice la vieja y conocida voz)

Improductividad sabática

He pasado la mañana escuchando Heroes de Bowie y bebiendo un café tras otro, y mirando por la ventana: llueve, llueve eternamente (no sé por qué digo esto de eternamente). También he leído un poco a Novalis. Habla de la «santa melancolía». Me cae bien Novalis. Me caen bien todos los románticos. 

Y eso ha sido todo (soy un ser extremadamente improductivo).

viernes, 17 de febrero de 2017

La La Land y Los Señores de Salem (ejercicios de crítica cinematográfica comparada, hipersubjetiva y sin criterio)

Hace unos días, justo después de ver La La Land 



me puse a ver Los Señores de Salem


Las imágenes dejan claro el brutal contraste estético que hay entre ambas. 

Se supone que la película de Rob Zombie es blasfema, pero a mí me pareció un espectáculo católico-sangriento estándar. Es una buena peli, pero como artefacto espanta-católicos no lo acabo de ver (quizá debería desarrollar más esta idea, pero baste por ahora con preguntar si acaso hay algo más católico que la representación del mal).

Mi deber de esnob y elitista me obligaría, en principio, a repudiar La La Land, pero la verdad es que me parece que está bastante bien*. Por añadir una nota pedante, citaré a Wallace Stevens: «la imaginación es el poder que tiene el espíritu sobre las posibilidades de las cosas». Véase el (triste) final de La La Land en conexión con esta cita.

*Eso sí, no llega ni de lejos a la altura de los musicales clásicos, por la sencilla razón de que Ryan Gosling y Emma Stone no saben bailar, ni de lejos, como Fred Astaire y Ginger Rogers. Veamos esta maravilla (yo soy muy fan de los musicales: no cejé en mi empeño de conseguir descargar La Calle 42, todo un clásico; y me parece obvio que Mary Poppins es una obra maestra total, por mucho que para algunos deconstructores de mitologías Disney represente el mal). 

Una vez más el cielo azul

La remota efervescencia de los recuerdos
anidados en mi pecho, en mi cerebro,
mientras miro un presente de casas vacías
y un cielo azul inalcanzable...

(¿Otra vez el cielo azul?
Sí, una vez más, porque esta mañana «dios está azul». 
Así que una vez más y otra más y otra más)

(He repetido mentalmente la palabra azul
hasta que ha dejado de tener sentido.
Un puro significante viral repicando en mi cabeza)

miércoles, 15 de febrero de 2017

La inspiración según Pascal Quignard

La inspiración es una comparación sorprendente; subraya el carácter interior al cuerpo de aquello que lo empuja a expresarse; una elegía conmovedora que vaga por el cuerpo. Una melodía despunta en la garganta. Se ocultan demasiado fácilmente las simples «ganas de expresarse» de las que resultan, es decir, el humor, la propiciación, el buen estado que suponen, el ardor interno o la excitación o la buena comida que las han decidido. Paradójicamente, denunciar el tema de la inspiración es negar en nosotros, sin cesar, lo previo de un cuerpo. El arte es exceso, síntoma, lujo que están inextricablemente ligados a las condiciones muy físicas que subyacen a ellos. El hecho de que pensemos, hablemos, dictemos, leamos, cantemos, está, en cada ocasión, despojado de toda autonomía. Igualmente, esta oscura visita de una ganas de expresarse y de querer compartir. En todo el cuerpo se hace sitio una forma de arenga vacía pero ya cada vez más ritmada. El arte prolonga una cierta salud, curiosidad, vitalidad, buenas condiciones físicas, efervescencia y rumor interno, compulsiones que tratan de exteriorizarse, aunque fuertemente cadenciosas ya en el cuerpo. Un cuerpo inmóvil «animado». Pensamiento, expresión están ligados a esta energía sin objeto que atraviesa un cuerpo no hambriento, no doloroso, etc. Es el hambre de quien ya no tiene hambre (la caza vacía, la voracidad sin víctima). Es el bienestar o ese pulso de vida y sangre que visita la cabeza y se acumulan en forma de secuencias lingüísticas y se apremian rítmicamente hasta la exteriorización.
Pascal Quignard, Pequeños tratados I 

Ser en el desierto

Declaro, dije al tiempo que daba una alegre palmada, que aunque estuviera en un desierto encontraría algo que inspirara mis afectos.
Laurence Sterne, Viaje sentimental

martes, 14 de febrero de 2017

Esperar y recordar

Él dice: lo mío es esperar y recordar. El presente me esquiva. La realidad me esquiva. Vivo anclado en lo que ya existió y en lo que aún no existe. Y lo que aún no existe puede que nunca llegue a existir. Lo que aún no existe es frágil, un suspiro basta para romperlo. 

Luis Llach - La Gallineta


domingo, 12 de febrero de 2017

Dónde están los herederos

Dónde están los herederos 
de los herederos 
de Hölderlin.

He de ir en su busca.

Los mendigos
los locos
los melancólicos
los expulsados
los solitarios
los nerviosos.

Las noches azules
nos esperan.

Y habrá ruinas
doradas por el atardecer.

(Estará bastante bien)

Variaciones sobre una frase de Georg Trakl

Yo a veces soy feliz cuando estoy triste.

viernes, 10 de febrero de 2017

Sr. Chinarro - Quiromántico



Acabo de darme cuenta de que el por qué de mis peinados cumple veinte años. Caviar sonoro.  

El relámpago

Yo estoy roto por dentro. 
Y el lenguaje también está roto,
y el mundo está hecho pedazos.

No obstante,
un relámpago puede trazar una línea
en esta noche oscura que nunca termina
y unir yo, lenguaje y mundo.

Un relámpago, un acorde de luz
fortuito y fugaz.

El frío

Respirar el frío cuando caminas por la calle. 
El frío cristalino que esculpe
tu rostro y tus manos.

Poco a poco va tallándote,
modelando tu esencia.
Lo que eres, frío y solo frío,
un rumor de escarcha
cubriendo tus párpados.

Tu rostro, tus manos.

Estás hecho de frío.
No de estrellas, no de la materia
de los sueños.
De frío.

jueves, 9 de febrero de 2017

Lejos de los hombres

El venenoso encanto de los versos. Platón 
me expulsaría de su República, los comunistas 
dirían: no eres un verdadero materialista, 
eres más bien un romántico lánguido y triste.
¡No queremos poetas líricos en tiempos de penuria!
Me mandarían a paseo, y yo pasearía felizmente,
lejos de los hombres, mirando árboles y pájaros.
¡Tal vez vería el mismo ruiseñor que vio Keats!

Alta fidelidad - Problema indecidible

Iván Ferreiro - Tupolev

El silencio está ardiendo

El silencio está ardiendo
Nacho Vegas, Mondúber

El silencio está ardiendo
y mis entrañas ya son ceniza.
Mis ojos, egoístas, te miran
hasta pulverizarte.
Al final todo es polvo y ceniza.

¿Seremos al menos «polvo enamorado»?

En el desierto de Judea

A veces imagino a ese lisérgico amigo de Philip K. Dick
que fue al desierto de Judea, a buscar su redención,
y murió deshidratado y solo, en el desierto de Judea.

Quién sabe si encontró la salvación. Quién sabe nada.
Quién sabe qué hizo el viento con sus huellas...
—las huellas que Robert Walser dejó sobre la nieve
también se las llevó el viento, nadie sabe a dónde—.

Pensaba que Jesús era un hongo mágico. Llevaba
un montón de latas de coca-cola. Murió deshidratado
en el desierto de Judea. Buscaba una lisérgica
redención. Era amigo de Philip K. Dick. Era un místico
lisérgico. Le gustaba —al parecer— beber coca-cola
y pensaba que el señor era un hongo mágico,
que Jesús el mesías era un veneno redentor y allí se fue,
al desierto de Judea, a buscarlo, y murió deshidratado.

A veces lo imagino, no recuerdo su nombre. Era
un místico lisérgico, un peregrino alucinado,
y creía que Jesús era un hongo mágico,
un potente veneno redentor que se hallaba
en el sagrado desierto de Judea.

lunes, 6 de febrero de 2017

Cómo ayudar a David Foster Wallace a escribir mejor

AQUÍ
Exceso de equipaje. Exceso de palabras. Nuestra nueva estirpe de lector quiere otra cosa. Claridad. Simplicidad. Ir al grano, sin todo ese fárrago enervante.
Cynthia Ozick, Cómo ayudar a T. S. Eliot a escribir mejor (notas para una bibliografía definitiva)

PD: Con el fin de no ser demasiado oblicuo, he de aclarar que el relato de Cynthia Ozick es irónico*.

*Irónicamente la ironía es en sí misma una estrategia discursiva oblicua, ambigua y compleja, que corre el riesgo de no ser entendida. Hegel la odiaba con furia y pasión. Ozick la usa magistralmente porque es una escritora magistral (esta explicación es tautológica, o sea que no explica nada, pero bueno). Al final del relato, el poema de Eliot, La canción de amor de J. Alfred Prufrock, por obra y gracia del editor que le "ayuda" a escribir mejor, tiene el soso título de La mente del hombre moderno y es una insulsa explicación del poema: el encanto del poema, su hechizo vírico, se ha perdido por completo. La broma infinita es compleja, excesiva y prolija. No es perfecta. Pero si DFW la hubiera simplificado no habría obtenido una versión mejor. Habría perdido lo que la convierte en la obra maestra que indudablemente es.

sábado, 4 de febrero de 2017

Entrevistas breves con hombres que piensan que la hipocresía es una virtud social y que este mundo es el mal

—La hipocresía es una virtud social, incluso una necesidad. Sin ella las relaciones sociales rápida e irremediablemente degenerarían en un caos insoportable, en gritos y ofensas, en un intercambio perpetuo de humillaciones. Un círculo vicioso. Los rencores y los odios saldrían a la luz en lugar de componer una compleja trama subterránea, invisible. Y eso no sería nada agradable. Yo podría, por ejemplo, exponer more geometrico, en un bonito y explicativo diagrama, las relaciones de odio —me arriesgo a sonar como un machirulo irredento que viene aquí a soltar un infame discurso heteropatriarcal, pero juro que me estoy limitando a constatar un hecho sin hacer juicios de valor ni afirmaciones generales— que han establecido entre ellas las novias de mis amigos, pero prefiero no hacerlo.


—El mundo se compone de acciones principalmente, lo acepto, pero yo tiendo a verlo como un conjunto de lugares y de cosas —tal vez tengo la mirada reificadora típicamente masculina, o soy medio autista, quién sabe; sea como fuere, cualquier objeto intensamente contemplado es, como dijera Joyce, y perdón por la pedantería, un pórtico de entrada al incorruptible eón de los dioses, mientras que una conversación sobre quién odia a quién por no sé qué tontería es una puerta abierta que lleva al tedio más letal que uno pueda imaginar— y no tengo paciencia con los chismes. Aunque qué sería de las novelas sin los chismes...

—¿Se dice chismes? ¿No sería mejor usar la palabra cotilleos? ¿Cháchara social? No se me da bien la cháchara social. Seguramente es una tara mía. No la soporto. Es superior a mis fuerzas. 

—Soy una alma bella. El mundo no me gusta. No quiero contaminarme. Quiero pureza. Quiero lo imposible. Esto lleva a la soledad, a la locura. No hay solución. Si gano el mundo me pierdo yo. Si me gano yo, por así decirlo, pierdo el mundo. Y entonces supongo que me pierdo a mí también. No sé. Leí a Hegel pero no sé si me enteré de algo. Lo leí en las mañanas de lluvia, cuando no iba a clase. Lo leí fumando porros y bebiendo té. Daba una calada al porro, luego miraba por la ventana. Una voluntad que no se determina no es real, pensaba. Luego me acojonaba pensando que igual yo no era real, porque mi voluntad no se determinaba, porque estaba allí, en el salón, haciendo el vago, con un abstruso libro de Hegel tirado en el sofá, envuelto en el aroma dulzón del humo de la marihuana y con una taza de té que iba enfriándose poco a poco entre las manos. Luego pensaba: el reconocimiento es un bien escaso. Y eso también me condenaba a la irrealidad, de alguna manera. Luego dejaba en paz a Hegel y me dedicaba a mirar las trayectoria que dibujaban las gotas de lluvia sobre el cristal. Me parecía el espectáculo más fascinante del universo.

—Los humanos no están hechos para llevarse bien. Es así. Lo real es conflicto. Esa es mi tesis.

—Naturalmente, naturalmente, también existe la amistad. Y el amor, pero no me hables de amor. Y existe la magia. Me doy cuenta de que postergar la felicidad para depués de la dudosa solución al problema del mal y del sufrimiento en este mundo es volverla imposible. Es una estrategia nefasta. Sin embargo, este mundo es el mal. Suena horrible y deprimente, pero qué evidencia más palmaria: este mundo es el mal. El Dios del bien no puede pertenecer a este mundo. Los gnósticos tenían razón. Hegel no la tenía. Lo real no es racional, de ninguna manera. 

—No estoy de acuerdo. No estoy hablando de cosas abstractas. 

viernes, 3 de febrero de 2017

Nada más odioso que la poesía

Nada más odioso que la poesía.
Querríamos convocar realidades
y solo comparecen signos,
huellas en el polvo del camino, 
el tenue testimonio de una desaparición: 
los pies desnudos de Lena Grove dejan marcas 
en una tierra antigua, abrasada 
por la luz de agosto.

Lena Grove, Lena Grove tampoco existe.
Ella es parte del mito, del relato.
A este paso nunca alcanzaremos la realidad.

Karina (poema de amor a un personaje de ficción)

Karina, luz de mi vida, fuego de mis entrañas,
deja a Carlos Alcántara y ven conmigo.

Carlos ha escrito, según él, 
ciento veinte páginas de una novela.
Karina, eso es una tontería,
yo te escribiría ciento veinte poemas
todos los días.

Karina, plagiaría a Nabokov
—me sé el principio de Lolita de memoria—
porque soy una sopa de letras,
un perverso posmoderno
—¿qué demonios hay fuera del texto?—
y mis poemas casas de citas,
pero habría algo de verdad en mis palabras.

Karina, pecado mío, alma mía,
deja a Carlos Alcántara y ven conmigo.

Atiende otra vez

Atiende otra vez, Mallarmé.
El alma es triste, no la carne.
La carne arde bajo las sábanas
una tarde de sábado, por ejemplo.
Y el domingo el alma llora.
Estas cosas pasan, Mallarmé.
La voluptuosidad de la carne, 
la soledad del alma*, ya sabes.

*«Creo en la voluptuosidad de la carne y en la soledad irremediable del alma», Dreyer

miércoles, 1 de febrero de 2017

Misticismo judío posmoderno

El hasidismo consiste en sentirse acompañado por Dios
mientras compras una lata de sopa Campbell
y piensas en lo tristísimo que era el arte de Warhol
—quería enmascarar la muerte, nada menos—
un arte superficial, claramente superior al de Van Gogh.
También en el supermercado están los dioses. Eso
dijo Heráclito siglos antes de que naciera Jesucristo.

Confesiones

Cuanto más leo
sobre geopolítica
menos entiendo
la geopolítica.

Cuanto más leo
sobre poesía
menos entiendo
la poesía.

Cuanto más leo
sobre filosofía
menos entiendo
la filosofía.

Y así con todo.

Tengo que aprender

Tengo que aprender a odiar la juventud y la belleza:
dentro de poco —lo presiento— seré calvo y viejo.

Hoy no llueve

Hoy no llueve pero de todas formas
no tengo ganas de vivir, corazón,
y tampoco de escribir: quiero 
brillar en la oscuridad,
ser luz de farola, estrella diminuta,
chispa divina acristalada,
guía y faro para los desesperados.