viernes, 20 de noviembre de 2020

20/11/2020

Despiadadamente irónico, desesperadamente melacólico. Dos caras de la misma moneda.

20/11/2020

Mientras tendía se me ha escurrido de entre las manos una sábana y ha caído sobre un tejadillo al que, según mis calculos, solo tiene acceso el vecino del bajo. He llamado y nadie contesta. ¿Qué va a pasar con mi sábana? ¿Se va a quedar ahí para siempre, testigo mudo del paso inevitable del tiempo? Creo que sigo sin manejar bien los rudimentos más elementales de Mundo Adulto.

sábado, 14 de noviembre de 2020

13/11/2020

La revuelta de los simulacros sónicos. Estoy escuchando la versión de Blue Monday de Death Grips y la siguiente canción de la lista de reproducción es la versión que hace Björk de Sacrifice, una canción de Death Grips. Y la siguiente es un remix de Every thing in its right place, de Radiohead. No hay ya originales; el origen se pierde, se disfraza, incapaz de comparecer por sí mismo. La identidad difiere de sí, escindida por el tiempo. El tiempo es dispersión. Nada está en su lugar correcto, todo está fuera de quicio. No hay lugares correctos. Huellas, rastros, versiones, perversiones, contaminaciones diferenciales, espectrales, diferenzias por todos lados, eso es lo que hay. Ontología desquiciada; el ser está fuera de sus goznes. No tiene goznes, nunca los tuvo. Suenan ritmos esquizofrénicos y melodías etéreas. Al repetirse todo cambia. No hay dos bucles iguales. Yo también desvarío. Tejer palabras, tejer vientos. El ser no es nada, solo un velo, una palabra que nos desvela, lo que nunca se revela. Un grito ronco que llega a través de un cielo nublado. 

Y al final llueve y el alma es solo lluvia, y suena una música triste y lloras y eso, en definitiva, es todo; unas cuantas palabras indescifrables, unos sonidos que traspasan tu alma vacía. ¿Qué más? Las consabidas cenizas, la secreta desolación sin nombre que atraviesas a oscuras. Demasiadas palabras, demasiadas metáforas que no te trasportan a ningún lugar. Demasiadas referencias. ¿Dónde estábamos? ¿Por dónde íbamos? En tan poco tiempo ya he perdido el rumbo de este texto a la deriva. No tiene rumbo, quizás. Nunca lo tuvo. La melodía deshilachada de mis frases son un destino roto. Se te ocurren frases tan plúmbeas como esta última que acabas de escribir. No sabes qué significa. Escribes recordando lo que escribiste. Lo repites. Lo que escribiste entonces, cuando de verdad te apasionaba escribir. Las sensaciones de entonces vuelven otra vez, se repiten, pero son muy diferentes. Recuerdas recordar recuerdos. Los acontecimientos originales ahora son solo bruma. Ya no existen. Y podrías seguir escribiendo o abandonar este post aquí mísmo. No parece importar demasiado.

Tampoco parece estar destinado a nadie. Una tragedia, amor mío, de la destinación. Un refrito derridiano y pedante. Pero quisiera ser otra cosa. Aunque mi intención no cuente. Quisiera ser, tal vez, un canto idiota y ensimismado pero también hermoso y verdadero. Un grito resplandeciente. Quisiera que las palabras hicieran el amor y no la ausencia. Decir agua y beber. Decir viento y volar. Pero no es posible. Siempre tendrás sed.