jueves, 29 de septiembre de 2022
jueves, 22 de septiembre de 2022
Georges Perec o la inagotabilidad de lo real
Me acuerdo de que me gustaba Georges Perec antes de haberlo leído. Me imaginaba cómo serían sus novelas y posponía el momento de su lectura porque no quería arruinar la frágil belleza de esa literatura puramente potencial. Sin ningún motivo, Perec era para mí un ser legendario. Leía reseñas, miraba fotos. La literatura como juego. Las listas, las clasificaciones, los experimentos raros, escribir sin la letra e, etcétera. Estaba bastante convencido de que Perec era una especie de genio loco, sabiendo que mi devoción por un autor del que no había leído ni una sola palabra era irracional. La expresión de sus ojos, su pelo alborotado, signos inequívocos de grandeza lúdica y literaria. Las enumeraciones, tentativas de agotar lo inagotable. Porque siempre queda un resto innombrable, el abismo del etcétera.
sábado, 17 de septiembre de 2022
Sin fin
Una de las premisas a la que estamos acostumbrados es dar por hecho que cada acción está dirigida a un fin y que ese fin es el bien que necesariamente el agente se propone todo el tiempo. De este modo, puesto que el fin se concibe como algo trascendente o de algún modo externo, el bien se separa del hombre. ¡Cómo me parece más aceptable la idea epicúrea según la cual ningún órgano del cuerpo humano fue creado con vistas a un fin y que cada cosa que nace genera en la práctica su bienestar! A fuerza de gesticular, la mano encuentra su placer y su destino; el ojo, a fuerza de ver, se enamora de la visión; y las piernas, andando a tientas, descubren el paseo. Por lo demás, es lo que vemos ocurrir en los niños y en lo que nos sugieren las artes como la danza, que no tienen otro fin que la pura exhibición de un movimiento, de lo que un cuerpo es capaz de hacer. Por eso he tratado de sustituir el paradigma de la acción dirigida a un fin por el del gesto sustraído de toda finalidad.
Giorgio Agamben
La sociopatología del capitalismo
Todo lo necesario para una mínima sensación de estabilidad, ya sean empleos, hogares, comunidades o atención sanitaria está, por diseño, siempre al borde de ser descartado, reducido, ejecutado, de ser demolido. Aquí es donde la sociopatología del capitalismo se vuelve más virulenta.
Jonathan Crary, Tierra quemada