sábado, 25 de agosto de 2007

El Rey sin cabeza

Decidí abrir la ventana y morar para siempre en lo que huye, en las inasibles grietas de la realidad, en los ojos diluidos en las nubes. Entregué una vez más mi ser al viento, lo hice trizas, lo aligeré y sonreí feliz ante el cadáver del Yo, aquel Rey muerto por fin, sin cabeza, oscurecido por el esplendor salvaje del mundo en huida hacia sí mismo.

Niebla

La niebla más allá del ventanal insinuaba sus significados secretos. Salí, la hierba estaba mojada. Algo suspiraba. Algo hablaba en las hojas tembolorosas. En algún momento perdí el conocimiento. Al recobrarlo dos grandes ojos me contemplaban. Al incorporarme ya no estaban allí. Los busqué en vano. La niebla se los había tragado.

lunes, 20 de agosto de 2007

Peligros de la carne

¿Y si el deseo abrasa por dentro amenazando ruina y locura?


Nadie nos advirtió de los verdaderos peligros de la carne
del desquiciado furor de unos dientes sedientos
anhelando morder la manzana prohibida una noche cualquiera
de las manos violentas que arañan la fría piedra
y desgarran el alma atribulada de un caminante cualquiera


Nadie nos advirtió de la urgencia feroz de las bocas
ni de su sed insaciable en las cornisas del abandono
no nos contaron cómo te quiebra la garganta
la imagen de un cuerpo ausente proyectada en las sombras
el aliento de su piel de repente helado y lejano.