Admito que fantaseo con ganar millones de euros en la primitiva. La verdad, no sabría en qué gastarlos, porque ya tengo zapatillas y camisetas de sobra y, aparte del alquiler y la comida, apenas tengo gastos. Mi fantasía consiste simplemente en no tener que trabajar —a pesar de que, en general, me gusta bastante mi trabajo— para no tener que madrugar.
viernes, 28 de febrero de 2020
28/02/2020
Me vine muy arriba al llamar gratuitamente —e injustamente— imbécil a Nietzsche. Eso hay que reconocerlo. Nietzsche no es imbécil ni por asomo. Así habló Zaratustra es una obra literaria acojonante. No obstante, para mí, en la maravillosa narración que hace Platón de los últimos instantes de la vida de Sócrates, en el Fedón, no se aprecia ni rencor ni odio a la vida ni nada parecido. Las últimas palabras de Sócrates son irónicas. Sócrates gasta una puta broma antes de morir. Se despide sin temor y con buen humor de la vida. El talento literario de Platón no tiene parangón. El demiurgo creó a Platón y rompió el molde.
lunes, 24 de febrero de 2020
24/02/2020
Solo a un imbécil como Nietzsche se le ocurriría pensar que Sócrates se despide con rencor de la vida en el maravilloso e irónico final del Fedón.
viernes, 21 de febrero de 2020
21/02/2020
Adorar las flores de la locura, nuestras flores favoritas, las de la insensatez de vivir, de seguir viviendo, de estar aquí, ahora, simplemente, en este preciso instante del tiempo, efímero como cualquier ahora, como cualquier otro ahora que más tarde será recordado otra vez con toda la ternura y el desgarro de lo irrecuperable, el canto idiota del que sabe que ya nada volverá a ser como antes, porque ya vivió y sintió todo lo que había que vivir y sentir, y sabe que todo antes es un lugar que ya no existe, que jamás retornará, el aroma de las flores imposibles que a pesar de todo respiramos...
21/02/2020
Extraña sensación de bienestar. Acuerdo categórico con el ser. Una magnífica levedad. La nostalgia, mi fiel compañera, hoy se disuelve entre la bruma de una aún no dibujada sonrisa que todavía, lo sé, me espera...
Y disculpen si mis palabras carecen de sentido —solo merece la pena hablar de lo que no se puede hablar—...
Y disculpen si mis palabras carecen de sentido —solo merece la pena hablar de lo que no se puede hablar—...
sábado, 15 de febrero de 2020
14/02/2020
De vuelta a la lectura feliz, compulsiva y frenética. Tras la preocupante sequía lectora de la que ya he hablado en este verídico diario, estos últimos días he leído Sepulcros de vaqueros, de Roberto Bolaño, Necesidad de la ironía, de Valeriano Bozal, Soñando monstruos: terror y delirio en la modernidad, de Vicente Serrano Marín y Desconocida raíz común, de Felipe Martínez Marzoa. Y ahora estoy con Mac y su contratiempo y con Esa bruma insensata, ambos de Enrique Vila-Matas, y con Interpretación y sobreinterpretación, de Umberto Eco.
Hacía mucho, mucho tiempo que no tenía tantas, tantísimas ganas de leer. Lo echaba de menos. Querer leer y nada más, leer sin parar. Todo el rato.
Leer para pensar y también, cómo no, leer para sentir, digan lo que digan los iracundos y severos filósofos materialistas. ¡Qué estrecha y gris la experiencia lectora de quien solo capta las ideas objetivadas en un texto! Bajo las formas razonables siempre hay un murmullo incesante, indomesticable, abismos en los que es dulce sumergirse, la bruma insensata que difumina el contornos de las cosas, esa espacialidad indómita, inubicable, refractaria a la cartografía sensata, un lugar sin coordenadas, un lugar que no es un lugar, el lugar del arte, de la literatura...
(Tal vez me he venido un poco arriba con el último párrafo. La culpa, por supuesto, es de Derrida. He estado leyendo al perverso posmoderno por antonomasia y tal vez se me haya pegado algo de su estilo enrevesado y paradójico. La expresión espacialidad indómita, estoy casi seguro, es, en la medida en la que pueda atribuírsele, suya. Y supongo que se refiere al espacio del arte, digamos, por concretar un poco, al espacio literario. Una novela no sucede en ningún lado. Por supuesto, mensaje para materialistas cerrirles, esto no significa que los signos sean inmateriales, que no haya signos efectivamente inscritos, impresos en papel o codificados en bits. Claro que los hay, es precisamente la iterabilidad de los signos, su repetibilidad en distintos soportes materiales, el fundamento de su idealidad. Y perdón si he me puesto demasiado críptico y pedante.)
Hacía mucho, mucho tiempo que no tenía tantas, tantísimas ganas de leer. Lo echaba de menos. Querer leer y nada más, leer sin parar. Todo el rato.
Leer para pensar y también, cómo no, leer para sentir, digan lo que digan los iracundos y severos filósofos materialistas. ¡Qué estrecha y gris la experiencia lectora de quien solo capta las ideas objetivadas en un texto! Bajo las formas razonables siempre hay un murmullo incesante, indomesticable, abismos en los que es dulce sumergirse, la bruma insensata que difumina el contornos de las cosas, esa espacialidad indómita, inubicable, refractaria a la cartografía sensata, un lugar sin coordenadas, un lugar que no es un lugar, el lugar del arte, de la literatura...
(Tal vez me he venido un poco arriba con el último párrafo. La culpa, por supuesto, es de Derrida. He estado leyendo al perverso posmoderno por antonomasia y tal vez se me haya pegado algo de su estilo enrevesado y paradójico. La expresión espacialidad indómita, estoy casi seguro, es, en la medida en la que pueda atribuírsele, suya. Y supongo que se refiere al espacio del arte, digamos, por concretar un poco, al espacio literario. Una novela no sucede en ningún lado. Por supuesto, mensaje para materialistas cerrirles, esto no significa que los signos sean inmateriales, que no haya signos efectivamente inscritos, impresos en papel o codificados en bits. Claro que los hay, es precisamente la iterabilidad de los signos, su repetibilidad en distintos soportes materiales, el fundamento de su idealidad. Y perdón si he me puesto demasiado críptico y pedante.)
viernes, 7 de febrero de 2020
07/02/2020
No sé si os habías fijado, pero ahora ya casi solo escribo los viernes. Después de trabajar durante toda la semana, de estar inmerso en esa cotidianidad de término medio a la que ya he aludido bastantes veces, de estar inmerso en el mundo común, socializando y atendiendo al público, el viernes se ha convertido en el momento de la soledad y la escritura, de la nostalgia, de la reflexión. Escribir es participar de la afirmación de la soledad donde amenaza la fascinación, como dijo Blanchot.
Es verdad que no estoy escribiendo gran cosa, nada excepcional, pero bueno, algo es algo.
Es verdad que no estoy escribiendo gran cosa, nada excepcional, pero bueno, algo es algo.
07/02/2020
Siempre se es a la vez más joven y más viejo. Más joven de lo que nunca serás, más viejo de lo que nunca has sido hasta ahora. Todo ahora está escindido en las direcciones opuestas del pasado y del futuro. No existe un presente pleno, un presente que no esté configurado por un pasado retenido y un futuro proyectado. El sujeto es la sede de esta tensión que le atraviesa. Ser es ser en el tiempo. No ser ya lo que se era, no ser todavía lo que se será.
sábado, 1 de febrero de 2020
01/02/2020
En los siete primeros minutos —no he aguntado más— de Deforme Semanal 3x03 Isa Calderón y Lucía Lijtmaer nos cuentan lo que no les interesa. No les interesa, por ejemplo, ni David Broncano* ni llevar New Balance en pleno 2020 ni comer cachopo ni Reservoir Dogs ni Calamaro ni comer cochinillo. A mí, por el contrario, sí me interesa Broncano, no veo por qué no se pueden llevar New Balance en pleno 2020, el cachopo me parece que debería ser un bien nacional objeto de especial protección, el cochinillo una delicia suprema, Reservoir dogs una obra maestra total y Honestidad Brutal uno de los mejores dicos en español de la historia.
*Viniéndonos muy arriba, podríamos decir que Broncano es el Derrida de las entrevistas. Broncano deconstruye la entrevista tradicional. Broncano hace una especie de posentrevistas autorreferenciales que están bastante bien, ¿eh?
*Viniéndonos muy arriba, podríamos decir que Broncano es el Derrida de las entrevistas. Broncano deconstruye la entrevista tradicional. Broncano hace una especie de posentrevistas autorreferenciales que están bastante bien, ¿eh?
01/02/2020
El curioso caso de Benjamin Button, de lejos la peor película de David Fincher. Una pelicula que a mi juicio no le puede interesar a ningún ser humano. Menos mal que luego hizo una obra maestra como La red social.
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