viernes, 27 de noviembre de 2009

El insomne procastinador nietzscheano entretenido

Ahora que escribo menos que nunca siempre pienso antes de dormirme en escribir libros extraños y maravillosos con estructuras inmensamente complejas y también enigmáticamente simples y personajes simpáticos a los que quisieras llamar por teléfono sin motivo alguno, solo para escucharles y saber que existen, que están ahí, en algún sitio, y personajes enamorados de abismos que están a punto de caer y perderse, pero que finalmente no lo hacen porque son unos fantásticos y valientes equilibristas de la vida, aunque su seducción fatal por la nada los sitúa siempre en la cuerda floja y peronajes turbios y poderosos que traman y conspiran y ocultan una negra verdad que no debe ser desvelada porque si no el mundo peligrará y personajes ingenuos y tiernos y transparentes y palabras enredadas en el viento para acariciar por la noche e imágenes luminosas e hipnóticas que fascinen y protejan y evaporen los miedos inútiles y nos lleven a un lugar más allá del bien y del mal y nos ayuden a afrontarlo todo, absolutamente todo, todas las tragedias y desencantos que se acumulan emponzoñando nuestra ligereza, con una risa sin resto alguno de sarcasmo, una risa libre, un alegre decir sí.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Microcuento sin moraleja

El asesino era un monje lector de Tomás de Aquino que dejaba extrañísimas pistas, símbolos de un alfabeto extraterrestre, cuadros abstractos, citas de Homero, emoticonos, sujetadores gigantes y cosas así. Muy inteligente y perturbado. Su perseguidor no le iba a la zaga en cuanto a inteligencia y perturbación se refiere. Un viejo libro polvoriento, ubicado en una sección supersecreta de una antigua biblioteca, le dio la clave para descubrir la identidad secreta del asesino. Al parecer, era él mismo. Cuando lo supo no cupo en sí de tan asombrado que se hallaba. La duda paralizaba su capacidad de raciocinio, por no hablar de la merma sufrida por su capacidad de actuar. ¿Qué hacer? Pasó dos días sin comer ni dormir, viendo un canal de teletienda. Al tercer día se preparó un bocadillo de pan con chocolate y un vaso de leche caliente, asesinó a todos los monjes del monasterio y el resto de la jornada se dedicó a hacer zapping. Hubo de lamentar varias veces la calidad de la oferta televisiva ahora que su soledad le impedía solazarse con los comentarios y las risas de los otros monjes. Al día siguiente, amaneció muerto. En la pantalla podía leerse No o mala señal.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Le dije (sin voz, solo con el pensamiento)

le dije yo no sé qué hacer siempre me dejo llevar
le dije quisiera vagar por ahí coleccionando espuma de mar
le dije mi memoria guarda agujeros por los que te puedes despeñar
le dije imagino tus piernas desnudas que quisiera acariciar
le dije mi mano ahora tiembla de tanto inútil soñar
le dije sé muy bien que no estás ausente simplemente no estás
le dije quisiera rodar una road movie contigo sin morir al final
le dije no busques nada detrás de mí no lo vas a encontrar
le dije yo no quiero trabajar ni tampoco madrugar
le dije quisiera reirme toda la noche y luego despertar
con una sonrisa de bobo pegada en tu lunar
le dije básicamente no hago nada por mi vida eso es lo que hago más
le dije quisiera pasear de noche a la luz de las farolas y desvelar
el misterio del ser que ronda por la ciudad estelar
le dije dejemos de una vez este lugar
le dije construyamos nuestro Nunca Jamás
le dije nunca supe muy bien qué es la realidad
le dije pareces cansada vete ya a descansar
le dije mañana tendremos que madrugar
le dije se puede al mismo tiempo volar y fumar

jueves, 5 de noviembre de 2009

Ausencias

Aquella risa que espantaba mi tristeza
aquellas botas de agua que no te compraste
todo es ausencia translúcida
ahora que empieza el frío
y acabamos todo el vino agrio del bar
y caminamos desmayados
sin oficio ni beneficio
espectadores que no aplauden ya
juntos pero solos
la ciudad parece deshabitada
no sabemos qué esperamos
siempre pedimos otra más
pero ya no somos los mismos
y nuestra casa no nos la podemos comprar

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El hijo de Dios



Nudozurdo. Buenísimos. Postpunkis ochenteros del futuro saltando a la pata coja sobre una línea pintada con una tiza blanca sobre un desierto en el que no para de llover. Y la lluvia borra la línea. Y todo se mezcla. Y en Lonres ya degustan la tortilla de patatas. Y Joy Division se erigen en el agujero negro del rincón de la galaxia emitiendo una luz rara que no es onda ni partícula ni tampoco esplendorosa, sino una disposición anímica transmutada en sonidos repetitivos e hipnóticos, vibraciones estelares, la música underground de las esferas, que transforma la percepción del paseante anónimo que recorre ciudades descompuestas, borrosas, hudizas, letales, divertidas, desoladas, hermosas, a 220 kilómetros por hora a ninguna parte.