miércoles, 19 de septiembre de 2012

Batallas

Cuando su padre le entrega a Quentin el reloj, el mausoleo de toda esperanza y deseo, se lo entrega
no para que recuerdes el tiempo, sino para que de vez en cuando lo olvides durante un instante y no agotes tus fuerzas intentado someterlo. Porque nunca se gana una batalla dijo. Ni siquiera se libran. El campo de batalla solamente revela al hombre su propia estupidez y desesperación, y la victoria es una ilusión de filósofos e imbéciles.
William Faulkner, El ruido y la furia 


No hay comentarios:

Publicar un comentario