jueves, 17 de diciembre de 2009

Cat Power



Todo el rato escuchando a Cat Power.
Leo, además, un poco a Kierkegaard. Me cae bien, pese a mi militancia (involuntaria) en el estadio estético, del que no suelo salir casi nunca, porque ni asomo el hocico al religioso: a mí me colma la inmanencia sin problemas, me basta y me sobra.
De hecho considero la trascendencia demasiado simple, sin matices, aburrida. Demasiado vertical y luminosa. Sin contrastes. En lo trascendente no hay claroscuros ni ritmo.
Eso creo, al menos. Quién sabe. Quizá allí esté la risa de los dioses.
Ando sobrado de melancolía. Que haya estado leyendo a Trakl lo explica, pero es una melancolía alegre, afirmativa. Something like that.
¿Una melancolía erótica? No sé ni lo que digo. Más acá y más allá de la reproducción, ahí reside el erotismo. El erotismo es musical. Aunque no suene nada. Quiero decir, todo es cuestión de ritmo.
También hay ritmo en una imagen fija. O puede haberlo.
Dios no parece que tenga ritmo.
Nietzsche solo podría creer en un dios que supiera bailar.
Pues eso.
Hablo de forma indeterminada, es cierto.
La música se posa y se desliza por la piel. La nieve se posa y se desliza por la piel de los tejados.
Esplendor eterno de la superficie.
Lo de decir eterno ya no se lleva, lo sé.
Mi melancolía es la más fiel amante que he conocido, escribe Kierkegaard.
La música salta sobre un abismo de silencio, los pies desnudos se posan sobre pequeñas piedras suspendidas en el aire.
El noise pavimenta todo el espacio, aterrorizado por los huecos. No se arriesga a caer por los huecos.
El noise es desesperado e incluso desgarrado, pero no es melancólico, o al menos le falta esa delicadeza desmayada que yo asocio a la melancolía.
Una melancolía que sonríe y acaricia.
Espero que esto no suene demasiado cursi.
Hay que imponer una distancia irónica en el texto con los sentimientos. La culpa es de Derrida. O quizá no. Da igual.
Los sentimientos no son individuales, pero sí singulares.
Un poeta no expresa su interior porque no hay espacio interior. Eso es una mala metáfora basada en una mala ontología.
Sigo con Cat Power.
Afuera la nieve permanece.
El sol se ocultará pronto.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Sol de invierno

Radiante sol de invierno
el cielo un gran vidrio transparente
música alegre para pasear por el frío
sin pensar en nada
respirar sin más absorvido por el mundo
su movediza quietud de piano saltarín
los árboles desnudos vistos
en alta definición
el tiempo de las imágenes
los objetos emancipados libres
asaltan nuestros sentidos
el mundo abierto feliz
en su esplendorosa superficie

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ejercicio de prosa romántico-ontológica

La niebla es una mujer que se sustrajo quien sabe cómo a la ineludible, implacable, voracidad insaciable del tiempo, devorador aplicado, y se deshizo de su antigua forma en un descuido y ahora vaga en pos de ella siendo lo que no es, tan solo sus ojos, su fulgor frío contagioso adherido a la piel permanece de su perdido ser mortal, sus pasos sin huellas desgajados de la realidad, más sola no se puede estar, sin voz para llamar, sin manos para acariciar o simplemente saludar o despedirse de alguien en alguna estación, sin posibilidad de viajar y llegar a algún lugar, enjaulada en un espacio abierto imposible de habitar, sin casa, inmersa en la inhospitalidad esencial que, es cierto, nos aqueja a todos por el hecho de ser.

domingo, 6 de diciembre de 2009

En el limbo sí hay alcohol

La masa exangüe de parados aspirantes a consumidores asalariados y autosuficientes que continúa flotando como un gas informe en el limbo transicional ya-acabé-la-carrera-y-ahora-qué pulula de noche por las calles frías en las que no para de llover y va entrando y saliendo de los bares en los que baila alcoholizadamente, dejándose llevar con cierto estilo ralentizado por el ritmo, con afectada pose de nihilistas interesantes, cantando en momentos de feliz y fugaz entusiasmo colectivo al reconocer una canción que invita a la nostalgia y a celebrar la huida de uno mismo.

En el mortal y depresivo cansancio resacoso de la mañana siguiente lucharán arduamente por reponerse a base de beber líquidos isotónicos y comer macarrones con tomate y queso.