¿He comprendido el secreto de los árboles, del viento, del cielo, de unos labios abiertos y mudos? Solo podría creer en un dios que pasase de largo, sin apenas mirar, para volver a retirarse, que pasase como un soplo y se extinguiera de nuevo, un roce leve, un breve destello, nada más, un relámpago fugaz, nada más.
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