domingo, 24 de julio de 2011

Zumbido eléctrico

Siempre lo mismo, siempre las mismas obsesiones, recurrentes, como imágenes grabadas en el cerebro, ritmos repetitivos, labios colgando del vacío, sobre los que se posa solo el viento frío, dientes mordiendo la luz que huye, exiliado del mundo -repugnante raza humana- solo en mi campana de cristal, que se romperá, alimentándome solo de despojos, reptando en las sombras, imaginando tus ojos como estrellas por fin derramadas, fulguraciones palpitantes que acrecientan el vértigo, el espanto y la alegría, y mis nervios como un zumbido eléctrico y abisal saltan desde las profundidas, delirando, para caer después, de nuevo, en una quietud tediosa donde no pasa nada, páramo yerto, esfera inmóvil de la muerte, nervios arañando la carne y la tarde, consumiendo la carne y la tarde, gritos como desvaríos, arrojados como escupitajos a la cara de la razón, falso ídolo, incapaz de dar sentido, siempre errantes -gloria eterna a lo inesencial- venid aquí, imbéciles, y fijad el sentido de esto, adoradores de la razón, decidme qué significa gritar y arrojar los ojos al viento como puñales, y sorbed la sangre del cielo, si podéis, mientras yo resistiré aquí, espectador cobarde, desvelado y pálido, de la farsa, y tiraré mi corazón al viento, y tus manos solo recogerán ceniza, no hay nada más que pueda ofrecerte, a partir de ahora seré una máquina, me despertaré convertido en una máquina, oxidada, girando sin sentido en el vacío helado del universo, contemplándolo todo desde arrriba, con una risa inhumana, sin sentimientos, seré una bestia y un dios, indiferente a tus labios de serpiente nocturna.

PD: Escrito tras la lectura distraída y fragmentada de Lautréamont y Aleixandre. Espanto y alegría es, claro, una referencia a Proust. Una bestia y un dios, a Nietzsche. Aristóteles dijo que para vivir sólo hacía falta ser una bestia o un dios. Nietzsche señaló que faltaba un tercer caso: hay que ser lo uno y lo otro, es decir, un filósofo.

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