lunes, 11 de julio de 2011

Conversación estival (versión sin corregir)

El siguiente post también fue objeto de plagio y mutilación, y ya con este post lo dejo, que noto que me estoy rayando con el tema. Se trata de una entretenídísma conversación sobre la teoría de la elección racional... Creo.
-Soberanía del elector. Soberanía del consumidor.
-¿De qué habla usted?
-Digo estupideces.
-Individuos ahistóricos.
-¿Cómo?
-Sigo diciendo estupideces
-Ah, ¿y por qué lo hace?
-Oiga, yo he ido a la Universidad
-Sí, ¿y qué tal?
-En la cafetería ya no se puede fumar
-Pues que fastidio...
-Vamos, no es para tanto. Además, voy a dejar la Universidad.
-¿Por lo de la Cafetería?
-No, ya le he dicho que no es para tanto. Prefiero fumar al aire libre, incluso si hace frío. Soy del norte.
-A mi me hubiera gustado ir a la Universidad.
-Ahora es usted quien está diciendo estupideces. ¿Cómo puede saberlo? Igual le hubiese espantado.
-¿Por qué?
-No lo sé. Digo igual. Quizá, tal vez. Esos términos expresan probabilidad.
-¿Hablaban de probabilidad en la Universidad?
-A veces. Quiero decir: a intervalos temporales variables. De cuando en cuando. Un martes, por ejemplo, alguien decía: la probabilidad es objetiva y no un puro azar. Y otro alguien preguntaba si ontológicamente existía el puro azar, o si el orden era una construcción subjetiva. Cosas así. No me enteré de mucho, la verdad. La gente pensó que yo entendía de esas cosas, y tuve que fingirlo.
-Ya veo. Por eso ha dejado la Universidad.
-Oiga, aún no la he dejado, o sí, no lo recuerdo. ¿estaba dentro de mi pensamiento o ya es un hecho consumado?
-¿Consu qué?
-Mado.
-¿Mado es una palabra de la Universidad?
-Elección racional. Obtengo lo que demando.
-¿Qué dice usted?
-Era un chiste.
-No tenía mucha gracia.
-Es cierto, y los hay aún con menos gracia.
-La Universidad debía ser bien aburrida, por eso la dejó usted.
-Teoría microeconómica de la demanda
-Deje de decir estupideces, por favor, usted ha ido a la Universidad.
-Tiene razón, ¿sabía que todo el comportamiento humano puede reducirse en última instancia al esquema de costes-beneficios?
-Déjeme pensarlo.
-No lo piense, demasiados costes para beneficios inciertos.
-Tiene razón.
-Lo ha entendido perfectamente.
-No, creo que no...
-(cantando) somos soberanos, somos soberanos
-¿Sobe qué?
-Ranos
-¿No aprendió usted nada en la Universidad?
-Jajajaja
-¿Por qué se ríe?
-Me lo paso bien.
-¿No quiere contestar?
-Ya le he constestado: me lo paso bien.
-Me refiero a la otra pregunta
-Ah, el problema de la referencia, su inescrutabilidad, largas noches he pasado en blanco pensando a fondo sobre ello...
-¿Llegó a alguna conclusión?
-La conclusión es la muerte.
-No se ponga trágico
-Lógico. No me pongo trágico, me pongo lógico. Hoy he comido. Si no lo hubiera hecho, me pondría metafísico.
-¿Metafísico es un disfraz?
-Creo que no, pero bien pudiera serlo.
-¿Con sombrero?
-Y un bigote de pega.
-¿Con un cuchillo falso atravesándote la cabeza?
-Sí, sí, simulacros. Como Las Vegas. Vivan. Cierta vez bebí en Las Vegas. Trataba de matarme. O no, espere, lo vi en una película. En la tele. La tele es más que la realidad. Eso también lo escuché en la tele. Una película extraña. Azotaban la tele con un látigo. Algo así. Yo veo mucho la tele.
-¿Qué hacemos ahora?
-Podría volver a decir estupideces, y usted también. Nos entretendríamos.
-¿Se dice entretendríamos? Parece un trabalenguas.
-Es cierto. Nos entretendríamos como tres tristres tigres comiendo trigo y trabajando en trigonometría.
-La trigonometría no es un trabajo.
-Es cierto, pero yo no sé qué es.
-Claro, como ha dejado la Universidad...
-Ah, largos años me desviví interrogando el ser de las cosas...
-El ser, yo antes lo comprendía, pero ahora estoy perplejo
-Es normal, no se preocupe, a los griegos antiguos y a los alemanes no tan antiguos les sucede a menudo. Luego juegan un partido de fútbol, Beckenbauer discute con Kierkegaard sobre la angustia. Ganan los griegos. Tarjeta amarilla para Nietzsche. Yo, humildemente, me instalé unos años en la diferencia ontológica.
-¿Y qué tal le fue?
-Se comía mal. Nadie sabía cocinar. Hacían unas tortillas de patata horribles, con lo sencillo que es. Y no echaban pimentón a las lentejas, de modo que carecían de sustancia.
-¿Sin pimentón? Que ocurrencia más disparatada
-La gente está muy loca, no se olvide.
-No hay duda. Ha quedado demostrado. Sin sustancia, que gracioso.
-Nada queda demostrado.
-Es cierto, lo siento. Sin sustancia, que horroroso.
-No se disculpe. Y no tema, se puede vivir sin sustancia, yo sin ir más lejos he dejado de ser una sustancia.
-Lo siento. ¿Y qué es usted?
-No se disculpe.
-Lo siento
-Estamos en un bucle.
-No hay duda.
-Atrapados.
-No hay duda.
-El bucle, esa es la forma esencial de la vida. No la línea recta.
-No hay duda. Pero, ¿la esencia?
-Oiga, si le parece decimos otra cosa. Es un símbolo.
-Eso ya está mejor, creo.
-La línea recta era otra forma simbólica.
-Como si las cosas fueran lineales...
-Como si.
-¿No lo son?
-Creo que no. La moda no lo es.
-No hay duda.
-La espera, eso es lo más importante de la vida.
-Esperar a que se rompa el bucle.
-Eso es. La sustancia de la vida.
-Quien lo rompe es la muerte. No hay duda.
-Ahora es usted el que se pone lógico. O tal vez ontológico. Trágico.
-No me pongo de ninguna manera...
-Vamos, vamos, no se enfade. Trágico y alegre, soy un dios danzarín, amo la locura de la cruz...
-Si quiere le invito a un café.
-Gracias, no tengo dinero.
-Me lo imaginaba, por su forma de hablar.
-Es usted más perspicaz de lo que imaginaba. Tiene la suerte de no haber ido a la Universidad. Su entendimiento no se ha nublado. Lo tomaré con sumo gusto.
-Pero me gustaría haber ido.
-Eso no lo sabe. Ya hablamos antes sobre esto. Creí que había quedado demostrado. Pero yo desconfío cuando alguien dice de algo que está ya demostrado. Eso habrá que verlo. Eso digo siempre, que habrá que verlo
-No hay duda.
-Nos precipitamos. Necesitamos dogmas.
-A algo hay que agarrarse, usted no puede vivir suspendido en el aire.
-Sí que puedo, soy más individualista que Stirner. Y he dejado de ser una sustancia, recuérdelo.
-No sé qué tiene eso que ver, ni sé quien es Stirner
-Se fabricó un falso ídolo, su propio yo. Identidades mágicas, jejeje.
-¿Y usted es más individualista?
-¿Dije eso?
-Creo que sí
-No sé por qué lo diría. Individuo es un supuesto metafísico. No conozco nada más abstracto. Soy dividuo, e incluso plurividuo... sin sustancia, ¿comprende?
-Delira usted
-Yo a veces, a intervalos temporales variables, odio la modernidad, soy como Ignatus Reilly, pero más delgado. La ilustración, una patraña. Creo, pesar de todo, en la libertad individual. No porque estemos condenados a ser libres, como dijo aquel francés tan feo. Al contrario, la libertad se conquista. Paradigma del guerrero frente al angustiado.
-Yo creo que a usted le angustia...
-Quizá tenga razón, pero oiga... identidades mágicas, nadie se cree ese cuento, metafísica idealista del individualismo consumista. Por ahí no paso, no señor. Ah, máquinas que producen angustia, queremos tanto nuestra nueva religión. Igual que las demás. Patrañas, patrañas. Los nuevos templos, todos iguales, catedrales del consumo, centros comerciales. Que felices. McDonalds, la filosofía de nuestros días. Dicen que aman a los individuos, que ellos defienden a los individuos, a condición de que todos los individuos sean iguales. Todos pretenden borrar las peculiaridades. No hay escapatoria. Los anarquistas se han hecho veganos o capitalistas. Algunos son peores que cristianos, ya lo decía Nietzsche. Querría convertirme en el artista del trapecio kafkiano.
-¿Por qué no se hace un artista del hambre?
-Los economistas seguirían diciendo que elegí el curso de acción más racional de acuerdo con mis creencias. Me fastiadiarían el significado. O me atribuirían algún tipo de enfermedad mental.
-Así no hay manera.
-Ciertamente. No quiero tener pesadillas con economistas.
-Maximizas y minimizas. Es inevitable
-No tengo ni la menor idea de lo que está hablando, buen hombre.
-No se enfade. Debió seguir yendo a la Universidad. Le hubiesen ayudado a maximizar.
-Jajajajaja
-No se ría.
-jajajajaja.
-Como usted prefiera.
-Mis preferencias. Brotan de mi iluminado interior. Nadie me manipula. Soy el rey del mundo.
-Delira otra vez. Tal vez tiene fiebre.
-No señor, no vuelvo a la Universidad. Secta de capullos.
-¿Ha dicho secta?
-Sí, de capullos.
-¿A qué viene esa rabieta?
-Soy un viejo desencantado. Compréndame.
-Lo intento. Es difícil. Creo que no lo consigo.
-Quizá mañana.
-Es posible.
-En fin, me voy.
-Yo también.
-¿Quiere tomar el café ahora o mañana?
-Quizá mañana.
-¿Quizá?
-Expresa probabilidad, ya lo hablamos antes...
-Otro bucle.
-Rebucle
-¿Qué?
-¡Mierdra!
-Creo que se está exaltando demasiado, tranquilícese.
-Mierdra, ¿no sabe usted que yo aspiro a la serenidad?
-Aspirar aspirará...
-Mierdra, no soy una aspiradora...
-Pero no lo consigue.
-A veces sí lo consigo. Déjeme concentrarme un momento. Podrá contemplarme en estado meditativo. Pienso: la sustancia del Universo está agujereada, flota como espuma. La serenidad ya ha invadido mi ánimo. A mí la libertad individual me importa bien poco. La verdad menos aún. Lo importante son las máquinas asignificantes. Funcionan o no. Y eso es todo. Que serenidad me invade, mi risa silenciosa es como la del dios danzarín. El dios danzarín no es trascendente.
-No sabía que existiera tal dios.
-Es más desconocido aún, pero dejemos de hablar y atendamos al silencio. Yo soy un místico del silencio.
-Pues habla bastante.
-Usted me provoca.
-¿Yo?
-Sí, usted. Yo con quien más hablo es con el mar y con el viento. Soy un romántico. Sobre todo en presencia de anti-románticos. Soy capaz de tirarme por un acantilado. La belleza no coincide con la verdad, ni con la bondad. El hilo que unía a los trascendentales platónicos hace mucho tiempo que se quebró. Sépalo usted.
-Tomo nota, tomo nota... es curioso
-¿El qué?
-El ser
-¿Lo dice usted en serio? Ya me había dicho que le deja perplejo...
-Sí
-¿Y?
-Nada, sólo eso, me deja perplejo. No tengo nada más que decir.
-Yo tampoco. Quizá mañana.
-Quizá.

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