Como los suplementos culturales sólo recomiendan chorradas para leer en verano -me imagino, en realidad no lo sé- porque piensan que al personal se le ralentizan las conexiones neuronales por culpa del calor, yo voy a recomendar libros de verdad, libros que hay que leer despacio:
-Diferencia y Repetición, Gilles Deleuze.
En realidad, no es muy recomendable; es difícil incluso para los pobres desgraciados que tuvieron la poco cuerda idea de licenciarse en Filosofía. No obstante, es una obra fundamental, en la que se lleva a cabo la nietzscheana tarea de la filosofía moderna: la inversión del platonismo. Scoto, Spinoza, Hume, Nietzsche, señalan la senda. Hegel es el enemigo, el charlatán abstracto. Todo lo abstracto en Filosofía debe ser perseguido y desterrado, arrojado a su lugar: el cubo de la basura. La abstracción es el enemigo, el diablo supremo de la Filosofía.
-Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche.
El regalo más grande que la humanidad haya recibido jamás, en palabras del propio Nietzsche. Triunfo del espíritu de la danza frente al espíritu de la pesadez, ese burro de carga. Con el grandioso, apoteósico final de la tercera parte, la canción sí y amén. ¡Pues yo te amo, oh eternidad!
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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