martes, 12 de julio de 2011

Interrogantes

Quizá voy a decir algo muy descerebrado, no lo sé. La cuestión, el interrogante: si la edición de un premio de poesía es de mil ejemplares, al ganador le dan doscientos (¿por qué?) y de los ochocientos restantes igual ni se venden todos, ¿para qué se publica? Quiero decir: este blog, que supongo es bastante marginal, o muy marginal, tuvo el mes pasado más de dos mil visitas. No sé si es mucho o poco (a mí me vale), pero es más de ochocientas. O sea, que si los poemillas estos que escribo por aquí hubiesen ganado algún premio (que no lo han hecho, claro está) y hubiesen sido publicados como dios manda (en papel) probablemente los hubiese leído menos gente aún, si es que hago bien las cuentas, porque también es probable que de las dos mil visitas la mayoría buscasen otra cosa, o no leyesen el blog ni cinco segundos. El caso: sospecho que la mayoría de los libros de poesía (no sé si decir poemarios o libros de poesía) publicados como dios manda (en papel) venden muy poco. Eso sí: los ayuntamientos ofrecen mucha pasta, para que los poetas marginales (casi todos, o todos menos Joaquín Sabina, porque ¿quién lee poesía? Yo mismo leo muchísimo más narrativa que poesía, sin ir más lejos) puedan tomarse copas, e incluso invitar a alguna copa, en lugar de que acaben invitándoles a cerveza (cosa que está muy bien, por cierto, yo nunca me quejaré, jamás, de que me inviten a cerveza). Total, que me parece perfecto que los ayuntamientos den premios y eso, pero que si vas y, sin más, escribes los poemas en un blog, pues ya está (el estilo de esta frase es interpretable de dos maneras, o he adoptado un estilo coloquial o me he vuelto tonto). Luego vendrá algún mindundi a plagiártelos y estropeártelos, pero bueno, qué se le va hacer.

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