Me dije: voy a escribir cien poemas, o mejor doscientos, o mejor aún quinientos, miles de versos, millones de palabras, todas rotas, heridas, feroces, desafiantes, millones de palabras violentas, condenadas, repugnantes, alarmantes, versos y más versos de combate y de odio, un solipsismo atroz, palabras como látigos. Me dije: a partir de ahora me declaro en estado de guerra total contra el mundo y contra todos. Ya no habrá poemas bonitos, sólo escupitajos, puñetazos, patadas, mordiscos quizá, pero no de amor. Ya no habrá serenidad, y el viento sólo susurrará maldiciones. Un misticismo putrefacto, un delirio carcomido de muerte, un torrente desbocado de rabia, un desgarro sin fin en el desierto, a partir de ahora eso será lo que habrá. A partir de ahora ya no habrá poemas bonitos, me dije, porque son cursis y todos mienten.
Luego recordé tu sonrisa, rescatada del naufragio de los horizontes, proyectada en el cielo sin nubes, y eso sí que era verdad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
-
¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
-
Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario