miércoles, 15 de junio de 2011

Reivindicación de Unamuno

Dado que la imaginación gusta en ocasiones de rellenar la mucha ignorancia de uno con invenciones desajustadas por completo de la realidad de las cosas, he creído hasta ahora, erróneamente, claro es, que el bueno de don Miguel de Unamuno era un escritor soporífero, al que más valía evitar a toda costa, no fuera uno a contagiarse de casticismo metafísico, o de algo por el estilo. No seré yo, líbreme Dios, quien, con lengua viperina, vitupere a escritores norteamericanos, tan de moda hoy en día por estos pagos, que ni soy quién para vilipendiar a nadie, ni en ello me complazco. Leáse, pues, con gusto, a David Foster Wallace, y admírense sus piruetas formales, mas no se maldigan las letras castellanas con infundadas injurias, pues no todo en sus dominios es realismo chato y como aplanado, que los que tal dicen no saben, en puridad, de lo que hablan.

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