lunes, 13 de junio de 2011

El tiempo no frena y nosotros tampoco

No es del todo improbable que haya alcanzado un grado espantoso de malsana egolatría, lo cual explicaría el despropósito de que últimamente me esté leyendo a mí mismo, a mi yo perdido en el tiempo, y recuperando algunos textos para traerlos de vuelta al futuro. Tenemos que regresar, Señor S., regresar al futuro, me grito a mí mismo. Este texto pertenece a la época en que me dio la tontería de no poner mayúsculas después de los puntos. En fin, algo bastante lamentable por mi parte. No sé si pensaba que era un gesto subversivo de la hostia o qué. El poeta maldito al que se alude en el siguiente texto es, cómo no, Leopoldo María Panero. También es bastante lamentable lo de usar la expresión poeta maldito. En mi defensa diré que tenía veintiún años y que la estupidez es un derecho universal.

El hecho de que esté escribiendo una especie de prólogo que ocupará, seguramente, más espacio que el propio texto, no tiene perdón de dios. Que uno se lea a sí mismo, movido por la nostalgia o por lo que fuere, pase. Que uno se escriba un prólogo a sí mismo debería figurar en el código penal como un delito tipificado. Que uno escriba que se está escribiendo un prólogo a sí mismo pretendiendo salvarse del desastre aludiendo irónicamente a ello es un síntoma inequívoco de que precisa urgentemente atención médica. Que uno escriba que escribe que se está escribiendo, etc.

Por otra parte, en el siguiente texto se dicen cosas que se ajustan plenamente a la verdad: los años pasan, así de simple. Desde que fue escrito, han pasado siete años. Que yo ahora esté hablando sobre el paso del tiempo respecto aun texto que habla, a su vez, sobre el paso del tiempo, me da que pensar. No sé en qué, pero me da que pensar. También me marea un poco. Y me voy a dormir que es muy tarde.
celebraremos la Fiesta Del Sinsentido Del Paso del Tiempo, de los años huyendo alocadamente hacia delante, coches descerebrados, sin frenos, carreteras inéditas y conductores rumbo hacia lo extraño, lo sorprendente. todas las certezas arrojadas en la cuneta. equilibristas sobre la nada, marionetas en desiertos urbanos, esperando que pase algo, lo que sea, inventando vidas: la del jugador tramposo, la del aventurero suicida, la del pintor atormentado, la del asesino involuntario, la del poeta maldito, de manicomio en manicomio y un vaso de alcohol en el alma, su vida fue una inmensa borrachera.


de los tejados se lanzan diminutos hombres blancos: deshielo suicida.

tus ojos raros que no comprenden -nadie comprende- tus pies agotando senderos en la nieve. lucy, probablemente ese es tu nombre, u otro, no importa, lucy sonríe entre el humo del bar, afuera el frío congela las voces, apenas salen de los labios se pierden y nadie comprende. lucy, las palabras mienten, sólo los locos dibujan palabras, las palabras destruyen la realidad: necesitamos ficciones que disfracen nuestra nada.

cada vez más lejos, siempre en el camino; he descubierto que lo sueños cumplidos son sueños muertos, que vivimos en el futuro, que nuestro ser consiste en decidir constantemente lo que queremos ser: extraña paradoja. menos mal que lo sueños no se cumplen, lucy, si fuera así no sé con qué soñaríamos.

lucy y sus ojos raros atraviesan la espuma congelada de un mar loco tendido en las calles, nieve espumosa acostada ya en la noche impaciente de este invierno, al que sucederán otros inviernos: los años pasan, así de simple, el tiempo no frena y nosotros tampoco y dime, lucy, cómo sé que soy todo el rato yo, hace diez años y dentro de veinte, si siempre he sido yo yo no me acuerdo, yo me he inventado la infancia: la memoria y la imaginación son el arma bicéfala que me dice eres tú, pero lucy, si existo es a través de tu mirada, quiero decir que somos barro hasta que otros ojos nos moldean. como el poeta maldito, sólo soy a ratos.

2 comentarios:

  1. Anónimo12:42 p. m.

    Todo lo que sea volver a tener 21 o incluso menos (mejor) merece la pena. Yo sigo estancada en los 19 aunque los dejara hace tiempo, de vez en cuando regreso a la infancia, a la de los veranos en la playa, y es cuando mejor me siento, aunque hace mucho que no veo el mar... mierda! me voy a por un helado. Saludos.

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  2. Yo me hubiese quedado gustosamente anclado en los 21, 22, los años que pasé en la universidad, vaya... pero, en fin, qué se le va a hacer XD

    saludos

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