La filosofía judía, una guía para la vida, Hilary Putnam.
En este sorprendente y recomendable librito, Putnam no nos habla de cerebros en cubetas sino de religión. Analiza, con claridad y simpatía, el pensamiento de Rosenzweig, Buber y Levinas -Wittgenstein aparece a modo de cameo, como invitado estrella-. De forma ultrarresumida, perezosa y descontextualizada podríamos decir que el núcleo de las tesis que aquí se sostienen es formulable de la siguiente manera: es imposible teorizar sobre Dios, pero sí se puede hablar a Dios. O, en palabras de Buber, ingresar en una relación Yo-Tú con Dios.
Sueño de Polífilo, Francesco Colonna.
Libro raro escrito en 1500 o por ahí. Contiene un montón de grabados tremendamente molones. Se cree que su autor fue Fracesco Colonna, pero no se sabe a ciencia cierta. Prosa oscura, rebuscada, barroca, hermética, plagada de referencias. O sea, una pura maravilla, un glorioso torpedo lanzado en la línea de flotación de ese inane y aburrido minimalismo que hemos de erradicar de la faz de la tierra. Un libro que probablemente el ínclito Franzen odie con todas sus fuerzas, si es que lo conoce. Dicho sea, la duda ofende, como elogio al retorcido libro del que venimos hablando. Sustantivos flanqueados por una profusión indómita de adjetivos; descripciones cuyo detallismo obsesivo y delirante dificulta la fluidez de la trama y provocará el éxtasis de lectores atentos sobre todo a la forma y a los que la trama, en ocasiones, se la sopla, y que aventuro provocará bostezos y furia en otro tipo de también muy respetables, pero diferentes, lectores. Floritura retórica incesante, libro selvático y onírico, orgullosamente artificial y pedante, se trata, en definitiva, de un obelisco verbal y de una declaración de Amor inmortal a esa criatura ninfesca llamada Polia.
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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