martes, 4 de noviembre de 2014

Comentarios apresurados sobre el concepto de religión

Habitualmente, siguiendo una etimología quién sabe si acertada o falaz, se dice que el término religión tiene que ver con una suerte de religación o conexión. Agamben, como es sabido, impugna la mentada etimología y señala que la religión tiene que ver justamente con lo contrario, con la separación, y de ahí, por cierto, sus elogios a la profanación como restablecimiento a la esfera del uso de lo que había sido separado, situado en una esfera sacra (dicho sea entre paréntesis: ¡profanemos la Biblia misma! Lo que equivale a decir: usémosla, leámosla).

En este punto, podríamos ejecutar triquiñuelas conceptuales harto conocidas, tales como tirar por la calle del medio y decir, al modo derrideano, que ni una cosa ni la otra. Y lo cierto es que no tenemos más remedio que hacerlo, por cuanto a nuestro parecer ese resto irreductible, esa sacra retracción del ser o trascendencia a la que aludirían en distintas maneras las experiencias religiosas implica de suyo una separación y, al mismo tiempo, paradójicamente, una conexión. Escisión y a la vez religatio, pues, con esa esfera misteriosa, inconcebible, para siempre velada.

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