miércoles, 21 de diciembre de 2016

Sobre la educación

Hay gente convencida de que la educación es la panacea. Creen que la educación es una varita mágica capaz de solucionar todos los problemas.

(La gente cree en una cantidad inusitada de majaderías).

A esta (desnortada) gente habría que recordarles una de las pocas enseñanzas sensatas que nos legó Freud, a saber, que hay tres cosas imposibles: educar, gobernar y psicoanalizar. 

Son imposibles porque el resultado siempre nos va a parecer insuficiente. Sus resultados, por así decir, no son totalizables*. 

De forma que los ingenuos que creen en la educación como panacea, como remedio universal para todo, pueden insistir en su argumento hasta el delirio: hace falta aún más educación (siempre va a hacer falta aún más educación). Si en el futuro el noventa por ciento de los españoles tienen un doctorado en física de partículas, dirán que el problema es que los españoles no tienen ni puta idea de física de fluidos, y si son expertos en física de fluidos dirán que lo que pasa es que de fonética sánscrita andan cortitos, y si se especializan en fonética sánscrita dirán que han descuidado su formación en erotismo bizantino, o que no han leído concienzudamente las grandes obras del posmodernismo norteamericano en las que se habla de niños-cabra ni saben recitar de memoria los sonetos de Quevedo. 

*Esto no quiere decir que haya que dejar de educar, claro.

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