Sería exageradísimo decir que concibo la lectura como un pecado, como si la lectura fuera el demonio de inocentes y hermosas piernas que tienta a Simón del desierto. Exageradísimo. Pero es verdad que de pequeño mi madre me obligaba a dejar de leer pronto porque al día siguiente había que ir al colegio. Tenía que apagar la luz.
La felicidad de la lectura, como dijo Clarice Lispector, es una felicidad clandestina.
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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