viernes, 2 de diciembre de 2016

Recuerdos

—¿Estudiaste Filosofía?
—Sí, pero entré en la academia sin saber geometría, así que supongo que soy un diletante.
—¿Y has trabajado?
—Sí, pero de bibliotecario. 

(Más o menos esto es un fragmento de una conversación real, a eso de las tres de la mañana, con una chica vasca que estaba impresionada con las tapas de León y que había estudiado en Salamanca, lo que me obligó a recordar. Me preguntó por mi bar preferido de Salamanca, que por supuesto es el Paniagua. Para mí era un templo*. Y la plaza San Justo, que está al lado, era el ágora)

*Lo digo en serio. Un templo es una espacio ontológicamemente diferenciado del resto. Para mí el Paniagua era eso. 

Escribir recuerdos. Hacer que el pasado, esa región remota, ese país extranjero, quede fijado en unos cuantos signos. Sin embargo, mis percepciones, aunque las detallara minuciosamente, seguirían siendo privadas (este es un viejo problema filosófico, creo); las letras no lograrían captar toda su riqueza. 

La percepción es irreductible al concepto, por así decirlo. 

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