miércoles, 29 de febrero de 2012

Asustar a los lectores

Corrección, de Thomas Bernhard, viene precedido, al menos en la edición que yo he sacado de la Biblioteca, por un prólogo absurdo, en el que se advierte de lo difícil que puede resultar, al principio, leer la novela de Bernhard. Esto, en primer lugar, es mentira. En segundo lugar, esto no es forma de animar a la lectura a nadie. No hay que asustar a los lectores potenciales, se trata de que los lectores potenciales devengan lectores actuales, o sea, que devengan lectores de los que de verdad leen. Cierto es que luego se nos informa de que la lectura de Corrección es fascinante, una vez superados algunos obstáculos, y se nos invita a que la leamos. Solo faltaba, que disuadiera a los lectores. El prólogo alternativo que yo, humildemente, propongo, es el siguiente:

Este libro es una puta pasada, y está escrito de puta madre. Todas y cada una de las  páginas que vas a leer son una puta pasada y están escritas todas de puta madre, todas, desde la primera página hasta la última página. Bernhard se ha esforzado por que así sea, aunque nadie se lo haya pedido. Podría haber escrito mal, por ejemplo, sin ir más lejos. Zafón, por ejemplo, sin ir más lejos, lo hace, escribir mal, y le va bien. Es rico, es guapo... No, creo que esto de guapo no es cierto, pero no lo va a tener todo, no te jode. Hay, en el vasto mundo, toda una legión de escritores que escriben mal, pero entre ellos, gracias a los clementes dioses, no se encuentra Bernhard. Con esto, creo yo, debería bastar para convencerte, lector hipócrita, de que necesitas, urgentemente, leer a Bernhard. Palabras y palabras colocadas, todas y cada una de ellas, de puta madre, para configurar un libro que sea una puta pasada. Hacer esto no es fácil. Por eso, querido lector, si aún te queda algo de decencia, cosa harto dudosa, deberías agradecer que Bernhard haya hecho esto tan difícil de escribir de puta madre y leer este libro que es una puta pasada. Sentir pánico reverencial ante un libro es para los débiles de espíritu. Arremete, viajero.
Lo único que me extraña de Bernhard, o lo único en lo que estoy en franco desacuerdo con Bernhard, aunque, en el fondo, me da bastante igual, es que escriba que leer todos los periódicos todos los días es un requisito indispensable para un hombre inteligente. La comunicación diaria es psicótica, tediosa e inútil, en mi opinión. No pretendo, obviamente, que los demás estén de acuerdo conmigo. Al fin y al cabo, es un mera opinión, y también opino que las opiniones son tediosas e inútiles, y no digamos ya las discusiones, la peor cosa que ha inventado el hombre. En cualquier caso, Bernhard es un escritor divertidísimo, como dijo Gaddis, y puede decir lo que le de la gana, porque lo dice como nadie.

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