sábado, 25 de febrero de 2012

Genética y laringe, ingeniería letrística

A mí plim.



Lo siento en esta letra no hay mensaje.

PD: Los que quieran leer mensajes, que abran el hotmail. Digo yo.

5 comentarios:

  1. Estoy tan indignada que ahora mismo le tiraría a Sergio Parra la poesía completa de Góngora a la cabeza hasta matarlo. Y después le gritaría que su rima interna y externa es perfecta, y que si no entiende el mensaje es su problema, será que no tiene el razonamiento suficiente para ello. Después le seguiría gritando que es un ignorante, y mucho, porque no puedes ser uno de los editores de uno de los blogs literarios más leídos de este país (si no es el que más) y no saber nada sobre poesía, que es lo que ha demostrado. Y más aún, también le escupiría y le diría algo más, ya que si no entiende a Góngora no pasa nada, porque si es así igual debería dejar de racionalizar la poesía, que para eso está el arte, para sentirlo con las vísceras y menos con la cabeza. Imbécil.

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  2. Y digo Góngora como podría decir Zorrilla, que es el más famosamente ripioso de la literatura de este país. Y si metes un fragmento del BOE dentro de un libro de poesía como hacen algunos, o un tenedor en un museo, aunque no lo entiendas, es completamente lícito, tanto como "el dios de la clemencia es el dios de don Juan Tenorio", y no creo que una cosa sea necesariamente mejor que la otra. Hostia putísima, qué indignada estoy.

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  3. Creo que fue Gimferrer el que dijo que en un poema las palabras no quieren significar, sino ser. El sentido y el sonido de un poema son indisociables.

    Hay que prestar atención a la famosa respuesta de Joyce: no es que mi libro trate acerca de algo, sino que trata de ser algo. Esto, tratar de hacer que las palabras sean aquello que se cuenta, ya lo hacían los griegos, creando rimas internas, repitiendo palabras, etc, para que, digamos, en la propia materialidad de la lengua se expresara el sentido.

    Como diría Deleuze: son acontecimientos rítmicos que se inscriben en el seno de un Idea poética, en un espacio que ella determina.

    Respecto a lo de aprender de memoria. No tiene nada que ver aprender de memoria la lista de los reyes Godos con aprender de memoria un poema. Vuelvo a Deleuze:

    "No es casual que un poema deba ser aprendido de memoria [Aprender de memoria es, en francés, apprendre par coeur (coeur: corazón); nota de los traductores]. La cabeza es el órgano de los intercambios, pero el corazón, el órgano amoroso de la repetición"

    En efecto, hay que sentirlo con las vísceras y menos con la cabeza; Deleuze está de acuerdo contigo :)

    Sigo con Deleuze:

    "Pius Servien distinguía con razón dos lenguajes: el lenguaje de las ciencias, dominado por el símbolo de igualdad, y en el que cada término puede ser reemplazado por otros, y el lenguaje lírico, cada uno de cuyos términos, irreemplazables, no puede ser sino repetido"

    Hablar de estafa es, desde luego, irritante, pero en el fondo es una tontería, tampoco hay que hacer mucho caso... XD

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  4. Por cierto, lo de que la poesía con rima y métrica es un artefacto especulativo fuera de las fronteras de la verdadera literatura me ha hecho mucha gracia. Me ha proporcionado diversión para toda la mañana. He estado tentado de forma compulsiva a definir cualquier cosa como un artefacto especulativo fuera de cualesquiera fronteras. Por ejemplo: "este arroz con gambas es un artefacto especulativo fuera de las fronteras de las verdaderas paellas que, como todo el mundo sabe, llevan pollo y conejo, pero no gambas". O, "este mantel es un artefacto especulativo en el que se repiten una serie de motivo figurativos siguiendo algún patrón determinado, evidentemente fuera de las fronteras de los verdaderos manteles de cuadros rojos y blancos".

    Supongo que es tranquilizador saber las verdaderas fronteras de las cosas, pero, desde luego, es muy empobrecedor

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  5. Ah, no es casual tampoco, entonces, que las canciones se escuchen muchas veces. Y ahora, aun a riesgo de parecer un monstruo de infinita pedantería, es preciso que cite a Kierkegaard:

    "El que no ha comprendido que la vida es repetición y que en esta estriba la belleza de la misma vida, es un pobre hombre que ya se ha juzgado a si mismo y que no merece otra cosa mejor que morirse en el acto"

    Kierkegaard, por cierto, es muy irónico (en el buen sentido) y divertido, no está todo el día angustiado pensando en dios y eso. Aquí exagera un poco, claro.

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