viernes, 14 de octubre de 2011

Entrevistas breves con hombres aficionados a escribir entrevistas breves

-A mí nunca me ha pasado eso del cristal ni tengo pesadillas en las que mi cuerpo se diluye y se llena de agujeros, por ejemplo. No me he angustiado por nada parecido. Un escritor a menudo puede ir incluso más lejos que un loco, pero hay una distinción fundamental, el trabajo que realiza sobre la fantasía, el loco está atrapado por ella, el escritor la moldea, le da forma, explora, puede explorar el mal o el abismo o lo que sea, puede explorar lo grotesco, lo abyecto, puede explorar, como hace David Lynch, la x siniestra que precede a la realidad, pero, como dice Lynch, no solo no hace falta sufrir para crear, sino que el sufrimiento bloquea la creatividad, impide tener ideas. O se disfruta creando, o no se crea nada. Lo que no quiere decir que las creaciones deban ser necesariamente bonitas.

-Incluso ahora, en esta entrevista, no hablo exactamente con mi voz, no soy yo el sujeto de enunciación, es el lenguaje quien habla, yo me adapto a su flujo, tengo que controlar el ritmo, la sintaxis, pero la escritura posee su propia inercia, la literatura no consiste en la expresión de los sentimientos del autor, me niego rotundamente a aceptar eso, porque eso limitaría las posibilidades del lenguaje, convertiría la literatura en un pequeño asunto privado y aburrido, que es precisamente lo que la literatura no debe hacer, debe hacer todo lo contrario, expandir las posibilidades del lenguaje y alcanzar una dimensión que trascienda lo personal.

-Lo que hago es construir una voz y dejar que hable, independientemente de mis sentimientos. Ver por dónde va. Dirigirla un poco. Desde fuera.

-Un texto literario, por muchos sucesos autobiográficos que contenga, sigue siendo ficción, el hecho mismo de escribirlos cambia el sentido de los hechos. Ya no hay referencia, puedes construir un personaje con algunos de tus rasgos, que a los dos segundos cobra cierta autonomía y se rige por su propia lógica, es un efecto del texto, no un trasunto de ti. Además que los escritores exageran mucho, los poetas mienten mucho, para expresar, no su yo profundo, sino singularidades libres, afectos y perceptos, como diría Deleuze, emancipados del sujeto que los expresa. Afectos alegres o tristes, en sí mismos, no tus afecciones particulares. Hay una gran diferencia.

6 comentarios:

  1. Aunque nos hable la voz del Señor S., anda que no aparece Sergio veces hablando de si mismo...:D

    Por cierto, el mes que viene hay unas jornadas sobre narrativa en mi facultad, y he pensando que pueden interesarte. Al menos, igual la que va sobre autoficción.

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  2. Sergio está en la sombra, moviendo los hilos :)

    Pues suena bien, aunque igual no estoy en león, que el mes que viene igual voy unos días a barcelona...

    Mira, el verdadero Sergio no cuida nada el estilo, ha escrito "igual" dos veces jeje

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  3. OOhhh...también te lo digo porque hoy me han propuesto presentar a un escritor en una de las conferencias, y como uno no presenta a un premio nacional de narrativa todos los días, pues se lo tengo que contar a alguien que aprecie una cosa así, y de paso pues me hago un poco la guay. Así que si estás, más te vale ir. Y si no, pues ya te contaré cómo estuvo. Aunque cuando te vea te pienso invitar a alguna bebida exótica, si es que por ahí ponen de eso. Porque soy una tía guay que presenta a premios nacionales de narrativa y por las noches se emborracha.

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  4. ¿Hay más bebidas aparte de la cerveza y del whisky? XDD

    Y a quién vas a presentar?

    PD: Eso es, ve haciéndote con un hueco y una posición de poder en el mundo de las letras hispánicas, que luego fundamos nuestro propio movimiento literario

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  5. Por supuesto, está la ginebra, que es el elixir de la vida. Y el Whiskazo de calidad solo con mucho hielo, obviamente, no tengo nada en su contra.

    A Gustavo Martín Garzo.

    Sí, la ultraposmodernidad. O bien, el odioamuerteajaviermariasísmo. Hay varias opciones.

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  6. oh, tengo algún libro suyo por ahí, pero no lo he leído...

    O bien, más allá del más allá de la posmodernidad: retornar a Sófocles y dejarse de hostias.

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