jueves, 13 de octubre de 2011

El puesto del hombre en el cosmos

El otro día la luna brillaba con un fulgor que uno jamás diría que se limita a recibir prestado. Aún no era de noche del todo. El mundo estaba en calma, y yo también. Iba conduciendo y no podía mirar detenidamente la luna, pero estaba ahí, sabía que estaba ahí, parecía que se movía, mientras conducía por las desgastadas carreteras del mundo sublunar que habitamos. La misma fuerza que impide que la luna se salga de su órbita y que impide que la tierra se salga de su órbita es la que nos ata a la tierra. Viene un coche adelantando en dirección contraria y tengo que frenar y giro un poco a la derecha, por si acaso. Miro la luna. Sigue ahí. ¿Los átomos que forman la luna y los que forman nuestros cuerpos son los mismos? Eso sería genial. Del mismo tipo, quiero decir. No sé por qué, pero lo sería (genial). Que la luna brille tanto cuando aún no es de noche del todo también es genial. Tampoco sé por qué. Repaso mentalmente las fuerzas fundamentales que configuran el universo: electromagnética, gravedad, nuclear débil y nuclear fuerte. Creo que son esas. ¿Y qué pasa con la materia oscura? Si compartiéramos los átomos de nuestros cuerpos y los de la luna eso implicaría que estamos entrelazados a distancia. Los átomos de nuestros cuerpos formaron alguna vez parte de una estrella. Creo que eso es correcto. Alguien lo dijo en la tele. Eso es un entrelazamiento fantástico con el pasado. Hay gente que piensa que, desde el punto de vista de los cuerpos, solo el presente existe. Quizá tengan razón. El pasado no es más que un presente que ha pasado, que pasa a formar parte de la extensísima región de lo que ya no existe. Freno antes de entrar en la rotonda, después acelero para subir por la entrada a la autovía, acelero un poco más en el carril de aceleración, miro el retrovisor de la izquierda, no viene nadie, me incorporo. No sé en qué dirección está la luna ahora. El mundo sigue en calma. La radio habla de catástrofes sociales, morales, económicas, de todo tipo. Pero miras el mundo y está en calma. Constantemente se habla de cosas que no pueden verse. Doy una curva de unos noventa grados y ahí está, enfrente, la luna, otra vez. Si compartimos estructural o esencialmente los componentes básicos de lo que somos con todo el universo eso de alguna manera nos incluye en el conjunto del Uno. El Uno-todo, una totalidad dinámica que nos incluye, la sustancia infinita. Pero solo un pequeño porcentaje del universo está organizado, el resto es caos, furia idiota, ruido. Lo dijeron en la tele. Aparco, los edificios se interponen entre la luna y yo y no puedo verla. La luz del sol tarda ocho minutos en llegar a la tierra. ¿Cuánto tarda en llegar a la luna y de la luna a la tierra? ¿Rebota la luz? Seguramente tarde lo mismo. La luz es una constante. A la luz le da igual lo rápido que puedas correr, su velocidad no disminuye respecto a tu posición lo más mínimo. Creo que es así, no estoy seguro, todo mi conocimiento sobre física proviene de la tele. Abro la puerta de mi casa, dejo las llaves, subo las escaleras, entro en mi habitación, desde aquí sí se ve la luna, brillando allí, ahora sí, en la noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario