lunes, 31 de octubre de 2011

Citas sin ton ni son

Existir es insistir y resistir, dijo Schlegel. Lo que más me gusta de esta frase es que está llena de verbos. Es rotunda. Implacable. Los verbos son muy orgullosos, dijo Humpty Dumpty, el Señor de las Palabras, según Deleuze. La clave del enunciado no es el sujeto ni el predicado, sino el verbo, dijo Foucault. Los verbos en infinitivo expresan el acontecimiento, dijo Deleuze. Existir, insistir, resistir; todo verbos en infinitivo en la frase de Schlegel.

Una voluntad que no se determina no es real, dijo Hegel. Schopenhauer dijo que Hegel era un charlatán. Hegel fue el gran enemigo intelectual de Deleuze, sin duda. Pero Hegel tiene razón, una voluntad que no se determina no es real. Tuvo que venir Nietzsche, sin embargo, a descargar el peso de la negatividad hegeliana. Zaratustra, el alegre mensajero, pregunta si la voluntad se ha convertido en una fuente de gozo para sí misma, si ha abandonado el resentimiento y todo rechinar de dientes. Hegel, no obstante ser el el enemigo, dijo algunas cosas poéticas bastante tremendas y que molan mucho. Sobre la subjetividad, dijo que era la noche del mundo. Pura poesía. Sobre el espíritu, dolor infinito. Sobre el espíritu también dijo que era un hueso. Ni idea de qué significa esto último. Según Zizek significa, probablemente, que Hegel era un materialista ateo. Cuando los filósofos se ponen a hacer poesía la hacen mejor que nadie, porque la hacen sin darse cuenta, se encuentran con ella de chiripa. Descartes tenía también alguna frase muy poética, que ahora no recuerdo. El espíritu se define en la Enciclopedia de Hegel como la negación y verdad de la naturaleza. Las leyes, por ejemplo, pertenecerían al dominio del espíritu objetivo. La enciclopedia de Hegel no es nada poética.

Lacan, sobre el que ignoro prácticamente todo, dijo que el yo era el lugar de lo imaginario. Yo es otro, según la archiconocida frase de Rimbaud. El yo no pertenece al mundo, es el límite del mundo, dijo Wittgenstein. También dijo: el ojo no puede verse a sí mismo. Sobre esto escribió David Foster Wallace de forma un poco macabra, un tipo que se arranca un ojo, creo recordar (nota mental: buscar qué cuento era). David Foster Wallace dijo que David Markson era un genio. David Markson escribió La amante de Wittgenstein. De David Markson solo he leído unos cuantos fragmentos que he encontrado por internet, nada más. Este post le imita, aunque no estoy seguro. ¿Thomas Berhard no escribió un libro titulado el sobrino de Wittgenstein? No he leído ni el libro de Markson ni el de Bernhard (nota mental: buscarlos en la biblioteca, aunque lo más seguro es que no tengan ninguno, o tengan solo el de Bernhard; pedir a la biblioteca pública que compren libros de Markson). Wittgenstein era kantiano. En lugar del sujeto trascendental puso el lenguaje. A esto se le llama el giro lingüístico. Los límites del lenguaje son los límites de mi mundo, dijo. David Foster Wallace dijo que Wittgenstein, en las Investigaciones Filosóficas, eliminaba el solipsismo, pero no el horror. Elimina el solipsismo porque demuetra la imposibilidad de que existan lenguajes privados. El significado es el uso. El uso es social. Este no es exactamente el argumento en contra de la existencia de lenguajes privados, pero, de todas formas, es obvio que Wittgenstein tiene razón y que no pueden existir lenguajes privados, así que no hace falta entrar en más detalles (además, un compañero de facultad se quedó con mi libro de Filosofía del lenguaje y no puedo consultarlo ahora, un libro donde venían todos los argumentos de Wittgenstein, Quine, Frege, etc, un libro súper caro y que echo de menos, por cierto). David Foster Wallace se ahorcó en 2008. En mi ejemplar de Extinción pone: en la actualidad compagina su trabajo de escritor con la clase de escritura creativa en la Universidad Estatal de Illinois. Triste. Esa actualidad era de 2004. Philip Kerr escribió un libro sobre un asesino en serie inspirado en la figura de Wittgenstein. No recuerdo su título. Lo tengo en algún sitio. No era muy bueno, que yo recuerde.

Escribir es participar de la afirmación de la soledad donde amenaza la fascinación, dijo Blanchot.

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