Vi estrellas rotas alejándose
lágrimas que salpican.
Me escondía en un rincón
lejos de las miradas
más quieto que una roca
y más callado
esperando que alguien
me empujara para caer.
Las palabras se quedaban
atrapadas en mi garganta:
no sabía ya gritar ni morder
ni llorar ni reír ni nada
sólo huía con un temblor de flores muertas
y ojos de nieve derretida.
Por las calles vacías
retumbando en mis oídos
un sabor a despedida
y una mano fría de mentira
dibujaba mis labios
pero ni la mano ni yo ni nada
servía para nada.
Simplemente me dejaba caer.
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
Borges decía que en el mundo hay un santísimo derecho: el de fracasar,andar solos, y de sufrir.
ResponderEliminarNo obstante, Micomicona, que siempre ha visto lo esencial del brillo del fracaso que hay a veces en tus ojos senequistas, te manda un abrazo para cuando lo necesites, sobre todo las noches vacías.
Muchas gracias ;)
ResponderEliminarla verdad es que soy más de vaivenes anímicos que de firmeza estoica, pero bueno, nadie va a meter la cabeza en un agujero! XD
nos vemos...