miércoles, 29 de abril de 2009

Diario de Irene Valinski (Deseo)

Mi deseo los días buenos no tiene nada que ver con una carencia, nada que ver con la nostalgia paralizante de echar de menos algo que nunca estuvo en ningún lado, en ningún tiempo; todo lo contrario: irradia una potencia alocada que se expande en todas direcciones, que se consume a sí misma sin agotarse nunca, que se agita como una bailarina que hubiese estado encerrada en su caja de música durante mucho tiempo y hubiese cobrado de repente vida, tanta que no puede contenerla y se desparrama y afuera el mundo ofrece un espectáculo fuente de continua exaltación. Una alegría salvaje, desorbitada, frenética. Mi deseo es ir hasta el fin de mi deseo, si esto tiene algún sentido. Digamos que es como tratar de levantarse a uno mismo tirándose del pelo hacia arriba sin detenerse ni por un momento a considerar las prohibiciones establecidas por las leyes de la física. Pero no dura mucho tiempo. Si lo hiciera me destrozaría.

1 comentario:

  1. El deseo de no desear es el deseo de la nada o una nada por el todo.

    O un todo.

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