Mi deseo los días buenos no tiene nada que ver con una carencia, nada que ver con la nostalgia paralizante de echar de menos algo que nunca estuvo en ningún lado, en ningún tiempo; todo lo contrario: irradia una potencia alocada que se expande en todas direcciones, que se consume a sí misma sin agotarse nunca, que se agita como una bailarina que hubiese estado encerrada en su caja de música durante mucho tiempo y hubiese cobrado de repente vida, tanta que no puede contenerla y se desparrama y afuera el mundo ofrece un espectáculo fuente de continua exaltación. Una alegría salvaje, desorbitada, frenética. Mi deseo es ir hasta el fin de mi deseo, si esto tiene algún sentido. Digamos que es como tratar de levantarse a uno mismo tirándose del pelo hacia arriba sin detenerse ni por un momento a considerar las prohibiciones establecidas por las leyes de la física. Pero no dura mucho tiempo. Si lo hiciera me destrozaría.
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
El deseo de no desear es el deseo de la nada o una nada por el todo.
ResponderEliminarO un todo.