lunes, 13 de abril de 2009

Diario de Irene Valinski (el día en que conocí a John Cale)

Camino por las calles de Nueva York. 1966, tal vez 1967. Saludo a John Cale y le digo que White light/White Heat va a ser la hostia. Contesta que lo sabe y que Lou Reed es un puto envidioso. Le digo que mi resistencia a la cerveza es mayor que la de Maureen Tucker y que en sueños toco la batería de una forma tan extraña e inquietante que yo misma me asusto. Contesta que eso habría que verlo y que el batería de AC/DC es una puta mierda y se ríe. Tomamos unas cuantas pintas de cerveza en un local oscuro y mugriento. Me dice que con mi pelo verde tengo una pinta genial. Contesto que ya lo sé y que no hay mucho que hacer. John Cale lo sabe, pero no se desespera. Ensayo percusiones sobre la barra del local oscuro y mugriento y John emite sonidos chirriantes con la boca. Improvisamos durante diez minutos, el tiempo que tardan en echarnos del local. Idos al infierno con esa mierda. Todavía es de día. Sobre todo Sister Ray. Va a ser tremenda. Será una canción mutante, sin forma definida, como si huyera de sí misma, a punto de precipitarse en el caos, algo así, como un corsé rompiéndose, única, no la repetiremos, quede como quede... Lo sé, lo sé.

Comemos pipas. Fumamos cigarrillos. Compramos una litrona. Nos la bebemos en un parque. A Nico le desenchufábamos el micrófono en plena actuación. Ya lo sé. Que se joda, Lou y yo estábamos de acuerdo en eso. Sin avisar, John Cale se esfuma. Me pongo a hacer sonidos chirriantes con la boca. Una vieja me mira como si fuera un ser diabólico. Le saco la lengua. Espero sentada en un banco a que anochezca. Sometimes i feel so happy, sometimes i feel so sad

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