Llamo a casa. Mi padre me está haciendo un mesa para el salón —uso una muy cutre, que improvisó mi padre con una parte de una repisa cuando me vine a vivir aquí, al ver que en el salón solo había una mesa para comer— y me manda abrazos virtuales. Me invade una oleada de ternura. Pienso: «Aún estamos aquí, quién sabe por cuanto tiempo, resplandecientes con nuestro afecto, con su canción permanente». Esto lo escribió Maggie Nelson y lo publicó hace unos días Luna Miguel en su canal de youtube, que estos dias está haciendo unas lecturas maravillosas de autoras maravillosas. Hablo con mi madre. Estamos todos bien, dentro de lo que cabe. Mis hermanos y mi hermana, mi sobrino y mis sobrinas, mis tías, mi abuelo y mis abuelas, mis primos y mis primas.
jueves, 26 de marzo de 2020
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
Menuda clase maestra de Estética y Filosofía de la Percepción PD: Observen las imágenes de las películas de Terrence Malick, el mayor genio ...
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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