martes, 24 de marzo de 2020

24/03/2020

Me hago un café y me pongo a ver La Resistencia

Si antes hacían posentrevistas autorreferenciales, ahora hacen una especie de preprograma desestructurado que no comienza nunca —igual que la filosofía, podríamos decir, tampoco comienza, teniendo en cuenta que la Crítica de la razón pura, El discurso del método o Ser y tiempo pueden ser vistos como preámbulos; que El Capital no está terminado; que no existe la prometida segunda parte de Ser y tiempo; que Platón, quizás, nunca llegó a escribir el diálogo con el que culminaría su obra, que habría aplazado, tras escribir El sofista, El político, y que se habría titulado, precisamente, El filósofo; discurso, entonces, inclausurable, insistente, que está siempre comenzando, que no comienza ni termina, que vive en un estado de perpetua digresión. 

El presente, ya sea pre o pos, está siempre diferido, eludido. Podemos, por tanto, considerar a quienes hacen La Resistencia los Derrida de la televisión, los deconstructores de la metafísica de la presencia catódica.

Además, muchos no vemos los programas completos de La Resistencia, solo cachos en youtube. Dadas estas condiciones de recepción, el programa alcanza cotas de fragmentarismo y ruptura de la linealidad apoteósicas. Al final de cada programa Broncano nos informa de que podemos ver todos los programas completos y sin cortes. Pero todos estos conceptos que he enfatizado —totalidad, completud, continuidad— para mí arruinarían su esencia derridiana diseminante. Esa completud, esa totalidad, son espectros de la época dorada de la metafísica, la promesa de un Sentido Definitivo. Pero la verdad —y soy consciente de estar usando venerables término de la tradición metafísica como esencia y verdad, pero hay que señalar que la deconstrucción opera en el interior de la metafísica, como no podia ser de otra manera— del programa reside más bien en sus márgenes, en los cortes insignificantes...



Más allá de estas pajas mentales derridianas, también es interesante ver el dilema ético en que están envueltos y que, dada su afición a la autorreferencia, se hace explícito —he aquí otra definición de filosofía: hacer explícito lo implícito— en el mismo programa, a saber, cómo hacer comedia en la situación actual.

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