Si bien ayer hablaba de cierta necesidad de seriedad trágica, de confrontar lo real traumático sin la distanica de seguridad irónica, no deja de ser verdad que sigo haciendo bromas o comentarios irónicos. Hoy he hablado de nuestra situación calificándola de eremitismo global contemporáneo y de nuevo régimen monacal internacional. Y ayer, mientras hablaba por teléfono con mi hermano, cuando mis vecinos empezaron a salir a los balcones y sonaron los primeros aplausos dije: «¡Hostia, personas tridimensionales! Se hace raro ver gente que no está en una pantalla».
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