martes, 16 de febrero de 2016

Gastronomía (y series)

Sería perfectamente capaz de vivir a base de bocadillos de mortadela con tal de no tener que cocinar. Antes me daba pereza, ahora lo odio. Una vida sin telediarios y sin cocinar, esa es (más o menos) mi idea del edén. Una vida plena, beatífica.

PD: Sí, trato de no participar excesivamente en las pasiones de mis contemporáneos. No me interesa nada la comida. Nada. Y las series me interesan de manera muy secundaria. La calidad de las series, por lo que a mí respecta, sigue estando a una distancia infinita de la literatura (la cantinela de que Shakespeare triunfa en la tele doy por hecho que es una boutade), y a una amplia distancia del cine (la ristra de obras maestras del cine es muy superior a la exigua cantidad de obras maestras televisivas). Además, las series no se acaban nunca. Es una pesadez; hay que estar pendiente de cuándo sale la nueva temporada, recordar qué pasó en las anteriores temporadas, etcétera. Y el noventa por ciento acaban degenerando, amén de basarse en trucos narrativos baratos que alientan nuestra voracidad por saber qué va a pasar (ese abuso del cliffhanger). Aun así, lo cierto es que hay un buen montón de series que me gustan: Seinfeld, Twin Peaks, Los Simpson, Buffy Cazavampiros, Breaking Bad, Battlestar Galactica, Los Soprano, Lost, Community, Modern Family, Juego de tronos...

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