martes, 16 de noviembre de 2010

Final feliz

Si mi vida fuera una novela rusa. Saldría a la calle por la noche y haría un frío del carajo. Me enamoraría de una rusa que vería de pasada. Me enamoraría al instante, trastornado por su belleza pasajera. Y después me sentiría solo y triste y entraría en una taberna de mala muerte y le contaría al camarero mi terrible desgracia, la de enamorarme violentamente de rusas hermosas a las que no conozco. Hablaría, borracho, de sus ojos, de su pelo, sobre el que, si fuera un poeta francés, diría que tiene un perfume de desvelo, o algo así. Si fuera un poeta francés viviendo en una novela rusa acabaría peleándome con el camarero porque no sabría nada de madurar y lo sabría todo sobre fracasar. Sobre fracasar con un fulgor de belleza convulsa. Regresaría a casa taciturno y la casera me echaría por no haber pagado el alquiler durante meses. Antes de morir de frío en las calles mataría a la casera. Iría hacia algún puente y estaría a punto de tirarme. Pero si además de ser un poeta francés viviendo en una novela rusa el final fuese como una película de Hollywood la chica desconocida de la que me enamoraré violentamente al principio vendría y me cogería de la mano para que no me matara tan joven.

2 comentarios: