miércoles, 23 de noviembre de 2016

¿Habría votado David Foster Wallace a Donald Trump?

Hay gente que se ha planteado esta estrambótica pregunta y que concluye que sí, porque David Foster Wallace era (se supone) políticamente conservador*. Y aducen como pruebas de su conservadurismo El rey pálido y Arriba, Simba, su artículo (soberbio) sobre McCain, incluido en Hablemos de langostas. Víctor Lenore, autor de Indies, hipsters y gafapastas, un panfleto delirante en que se denuncia una más bien imaginaria dominación cultural indie, también enarboló hace algún tiempo Arriba, Simba como prueba irrefutable de que David Foster Wallace era un republicano conservador, un amigo de McCain, un hipster intelectualoide y un moralista recalcitrante. 

Todo esto es muy raro. No lo digo en calidad de fan chiflado de DFW herido porque atacan a su ídolo (mi fanatismo, como ya he dicho, es a prueba de herejes), pues no podrían serme más indiferentes las acusaciones de conservadurismo, siendo yo mismo un conservador —hay cosas que merece la pena conservar (creo), y no me parece mal la insistencia de DFW en la importancia de la atención y de la empatía, insistencia que comparte con Simone Weil, por cierto— sino como ciudadadano confundido y aturdido por las opiniones literarias y políticas de algunos de sus semejantes. 

Los capitalistas revolucionarios lo tienen claro: no hay nada que conservar, los mercados y la desregulación deben arrasar con todo, la acumulación de capital es el único fin, los seres humanos y las comunidades y sus tradiciones deben ser sacrificados a la mayor gloria de los mercados. La financiarizacion mola. Bajemos los impuestos. Que se jodan los pobres y los parias de la tierra, etcétera.

En El rey pálido, resumiendo mucho, DFW viene a decir que la piedra de toque de la ética es la actitud que uno tiene respecto a los impuestos y la redistribución de la riqueza. Y la actitud por la que DFW se inclina es, si no me equivoco, más bien favorable a un sistema financiero progresivo y redistributivo. Los viejos empleados que ven su trabajo como un servicio público parecen ser los que reciben la aprobación de DFW, no los nuevos emprendedores cuyo único objetivo es la maximización de beneficios. ¿Es a esto a lo que se le llama el conservadurismo de DFW? Si es así, ¿cuál es el problema? ¿Los progres anti-DFW están a favor de las desregulación, de la finaciarización de la economía y, en general, del caos y de la explotación generadas por el sistema capitalista? ¿Creen que el individualismo y el aislamiento promovido por el neoliberalismo es algo bueno y que todo lo que implique creer en algo que trasciende el interés personal nos lleva directamente al fascismo o a la URSS? ¿Eso es lo que significa ser progre ahora?

No sabemos qué habría votado DFW. Sinceramente, no creo que hubiese votado a Donald Trump. Aunque supongo que se habría dado cuenta de que Hillary Clinton apoyó la guerra de Irak, vendió armas a Arabia Saudí, destruyó Libia, era favorable a la construcción de una barrera en la frontera con Mexico y a la deportación de inmigrantes ilegales incluso si estos eran niños y se pronunció en contra de los matrimonios homosexuales. Tal vez hubiera empezado un artículo así. He aquí unos cuantos hechos: Hillary Clinton apoyó la guerra de de Irak, etcétera. Pero Trump es aún peor: homófobo, racista, xenófobo, machista.

Por cierto, Arriba, Simba no es una declaración de amor a McCain ni una toma de postura a favor de los republicanos. DFW acabó votando a Bill Bradley, como dice el propio DFW. También dice: «Personalmente no se me ocurre por qué iban a importarle a nadie mis inclinaciones políticas». Fliparía si viera que se especula ociosamente sobre qué habría votado en el año 2016.

Una de las cosas más paradójicamente interesantes de Arriba, Simba es la pregunta de por qué la política resulta tan aburrida. Y lo que ha hecho Donald Trump, y tal vez ahí resida parte de su éxito —la otra parte, la parte realmente importante, tiene que ver con la economía, ya que hay una evidente correlación entre los Estados más desiguales y el voto a Trump— es hacer de la política un espectáculo entretenido. Sí, está loco, es un machista grotesco, dice barbaridades sin parar y lleva un peinado ridículo, pero suscita reacciones extremas, odio visceral y apoyo entusiasta, no indiferencia.

*Cierto artículo de un autor cuyo nombre no recuerdo sostenía que había una línea recta que unía el supuesto conservadurismo de DFW con su obsesión con el solipsismo y con su suicidio. DFW se suicidó, en mi humilde opinión, porque tenía depresión. No por escribir La broma infinita ni por estar obsesionado con el solipsismo ni porque prefiriera la admiración de los extraños al amor de su familia y amigos. Porque tenía depresión. Eso es todo. Una depresión de verdad, no una vaga tristeza otoñal que te impulsa a mirar soñadoramente por la ventana con el mentón apoyado en el puño cómo caen las últimas hojas de los árboles y se anuncia la llegada del invierno. Una depresión endógena, una enfermedad fisiológica. 

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