viernes, 8 de abril de 2016

Escritores desenmascarados y acusados

No engañan a nadie; de pronto alguien declara que su cortesía es hipócrita, que sus sonrisas son falsas, que su buena voluntad es un fraude, que su conversación es una patraña, que sus atenciones son una trampa. A la larga, estos laboriosos ciudadanos-escritores terminan desenmascarados y acusados. Acusados de elitismo. Acusados de esnobismo. Acusados de amar más los libros y la erudición que su propia carne y su propia sangre.
Cynthia Ozick, Sobre el permiso para escribir

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