jueves, 13 de febrero de 2014

Los jóvenes jaspeados y la escritura trenzada sobre un beatífico vacío acicalado que se palpa y se lame

Los jóvenes escriben intentando demostrar lo bien que escriben y eso queda mal. El aire lame bandejas de plata colmadas de carne, las caras están jaspeadas, los vestidos se portan en lugar de simplemente llevarse y, además, acicalan las calles, las sillas incoan caminos, el espacio se trenza, los labios se sellan como una promesa disociándose en las horas (sic), hay esencias beatíficas, se palpan ausencias materializadas en sillas vacías. En fin. Excesivo.

No obstante, tengo que admitir que yo escribía infinitamente peor cuando tenía diecisiete años. También escribía peor cuando tenía dieciocho años. También cuando tenía diecinueve. Puede que ahora mismo esté escribiendo peor. Quién sabe. En el bachillerato, si he de ser sincero, no sabía el significado de la mayoría de las palabras que usa esta joven poeta. Ahora mismo tampoco estoy muy seguro de qué significa incoar.

Si reviso textos míos antiguos, suelo insultar al pobre diablo que ha escrito semejante bazofia pretenciosa y noto una serie de síntomas físicos bastante desagradables. Ya lo decía Pynchon en el prólogo de Un lento aprendizaje:
Tal vez el lector ya sepa hasta qué punto leer cualquier cosa escrita hace veinte años, incluso cheques cancelados, puede suponer un golpe para el ego de uno. Mi reacción al leer estos relatos fue exclamar "¡Dios mío!", al tiempo que experimentaba síntomas físicos en los que prefiero no insistir. 
Escribía textos pomposos, recargados, abstractos y vagamente líricos. Un horror en toda regla. Aunque tampoco tengo la sensación de haber aprendido a escribir desde que tenía, digamos, veinte años. Pynchon dice que el aprendizaje no se acaba nunca. Vale, pero en algún momento se tendrá que notar, digo yo. Bueno, no importa*.

*Esto no es una declaración de modestia ni de humildad ni de nada que se le parezca. Cuando digo que no creo que yo escriba bien me suelen decir que no sea modesto, que sí que escribo bien. Y cuando me dicen esto lo que pienso es que se me está insultando gravemente -bueno, estoy exagerando un pelín-, que se está cuestionando mi criterio como lector. Mi respuesta tendría que ser algo así: perdona, pero he leído algunos buenos libros y soy consciente de la diferencia abismal que hay entre mi escritura y la de algunos de esos buenos libros.

4 comentarios:

  1. Un placer haber llegado a esto. Siempre se puede aprender de todo, básicamente porque, a lo largo de mis 16 años, nunca he intentado dar clases de nada. Le agradezco, sinceramente, su molestia.
    Un abrazo.

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  2. Ahora que lo pienso igual fui un poco brusco con eso de que "los jóvenes escriben intentando demostrar lo bien que escriben y eso queda mal". Sí que creo que, en general, como decía Pynchon que le pasaba a él mismo, los jóvenes -pero tampoco soy tan viejo, jeje, ni soy quién para dar lecciones- se guían por el consejo de "hazlo literario" y el resultado a veces es muy rebuscado. Yo hacía lo mismo y, como digo, con resultados mucho peores.

    Pero, vaya, que también logras una especie de intensidad lírica muy chula. Por ejemplo:

    "Óyeme, seré mañana luz. Ahora, aún soy espera".

    Eso es muy bueno, en mi opinión.

    Creo -pero insisto en que no soy nadie para dar lecciones; ni siquiera soy capaz de seguir las que me doy a mí mismo- que si te contuvieras un poco y no adjetivaras tanto tu prosa respiraría mejor, por decirlo de alguna manera. Que sería menos artificiosa, más concisa y expresiva, pero es indudable que tienes talento para escribir. Mucho talento, sobre teniendo en cuenta lo joven que eres.

    Un abrazo

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  3. Me he puesto en plan abuelo cebolleta, pero has publicado en revistas y has sido incluida en antologías... O sea, que las lecciones me las tendrías que dar tú a mí.

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  4. Estoy de acuerdo contigo e intento controlar esa adjetivación. Gracias por tu consejo, hay que seguir aprendiendo.
    Un abrazo.

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