viernes, 14 de febrero de 2014

¿Diálogos? sobre ¿literatura y filosofía?

Los personajes que dialogan son entes de ficción. El autor no se hace responsable de nada de lo que digan...

-Llega un punto en el que la expresión enfermo de literatura deja de ser una metáfora orgullosa y risueña y se transforma en una verdad literal que da miedo y vértigo.
-Es cierto. Yo, por ejemplo, en otra época me hubiese tomado lo de que da miedo y vértigo de manera irónica, distanciada, aunque no exenta de cierto raro entusiasmo. Da miedo y vértigo, adentrémonos pues con valentía. Algo así.
-Fausto es, al fin y al cabo, un mito en el que se expresa claramente la verdad: en el principio era la acción, no el verbo. Y mira Bouvard y Pécuchet, una sátira mordaz sobre la raza libresca. Y...
-Perdona, ¿vas a seguir contradiciéndote haciendo una lista de libros en los que se insta a vivir y no a leer?
-Yo lo que digo es que todas esas páginas ingenuas en las que se hace una permanente apología de la lectura no saben de lo que hablan. La literatura es una enfermedad, como sabía Bolaño. El lenguaje, un virus, como sabía Burroughs.
-Según tú, entonces ¿no hay que leer?
-Con moderación. Lo que pasa es que cuando uno tiene la manía de leer es difícil dejarlo. Además, cuando uno ya ha contraído la enfermedad, dejar de leer ni siquiera es una opción. Lo mejor sería hacer caso a Séneca, por ejemplo, quien desaconsejaba leer muchos libros. O a Nietzsche, quien calificaba, con razón, de vicioso al que nada más levantarse ya estaba sumergiendo sus narices en un libro. Gente enferma, indudablemente. Por lo demás, todo este rollo de la dicotomía entre literatura y vida es algo sobre lo que se ha escrito muchísimo. Es un maldito tópico. Y cualquier lector odia los temas tópicos. No porque no sean ciertos, sino porque ya ha leído sobre ellos veinte mil veces y está harto de ellos.
-Y no olvides que a don Quijote el mucho leer y poco dormir le vuelve loco. Sin embargo, los lectores, esa raza extraña donde las haya, se sienten orgullosos de pertenecer a la estirpe de don Quijote, que es el lector supremo, el lector por antonomasia, el hiperlector, por así decir.
-Es lógico. El Quijote es, sin discusión, la mejor novela jamás escrita. Pero si don Quijote enloquece de tanto leer, recupera la cordura al hablar con Sancho. Eso da que pensar. No sé en qué, pero da que pensar.
-La primacía de la voz, la presencia del sentido, la escritura como derivado, como representación de habla. El advenimiento de la escritura es el advenimiento del juego.
-Uff, no. Hoy no estoy para derridaniadas.
-El advenimiento del juego y de la locura. Eso suena guay.... Pero otra vez nos estamos dejando llevar por la chanza, la ironía, el distanciamiento. Diciendo palabras como si no nos pertenecieran.
-Es que no nos pertenecen. Pero hay una ironía buena, por así decir. No es la chanza por la chanza que criticara el maldito Hegel. El Quijote es una novela irónica. La novela en sí es irónica. Veáse El arte de la novela, de Kundera.
-Es posible.
-Aunque no hay mucha ironía en Dostoievski, por ejemplo. Yo no la veo. Y Dostoievski es, indiscutiblemente, el puto mejor novelista ruso de la historia. Puedes sentir al batiburrillo de las pasiones humanas entrechocando salvajemente en sus páginas.
-No sé por qué te gusta decir tanto indiscutiblemente, sin discusión...
-Mero énfasis retórico, no le demos demasiada importancia. Quiero decir que esas expresiones solo las uso para expresar la intensidad de mi convencimiento. No quiero decir que sean literalmente indiscutibles. Por ejemplo, si voy a hablar de La guerra de las galaxias, diría: indiscutiblemente, exceptuando los dos primeros episodios, una obra a la altura de la Ilíada. Y posiblemente haría referencia a la opinión de Camille Paglia para que me respaldara.
-Total, ¿aceptamos la ironía o no?
-Sí, pero con reparos. El Quijote es una obra amable, digamos. La ironía quijotesca no es una pasión triste, todo lo contrario. Es una ironía que no juzga, no moraliza, no es esa clase horrible de sátira que se complace en despreciar a los seres humanos y en entristecer la vida, dicho con retórica deleuziano-spinozista. En este punto yo creo que hay que atreverse a ser cursis e ingenuos y decir: ¡lean el Quijote y sean felices entre sus venturosas páginas! Y si nos pusiéramos aburridos podríamos confrontar la modernidad de Cervantes con la de Descartes. Ahorrémonos la tal confrontación y digamos, sin más, que hay que optar siempre por Cervantes.
-Algún día vendrán un par de hombres a tu habitación, te despertarán y te exigirán que les devuelvas el título de licenciado en Filosofía.
-Si alguien prefiere a Descartes en lugar de a Cervantes es que su cabeza solo le sirve, si tiene pelo, para peinárselo. Si no, me temo que para nada en absoluto.
-Pero no hay por qué confrontarlos dialécticamente.
-Una lección cervantina, me permito señalar.
-¿Cervantes acaba con la dialéctica? Como sigas diciendo disparates, van a venir esos señores, te lo advierto.
-No hay tales disparates. El terror dialéctico instaurado por Lord Hegel ciertamente tuvo su golpe de gracia con la fulgurante aparición de Deleuze, eso es indiscutible y ahí está Diferencia y repetición, el opus magnum de Deleuze, para demostrarlo. Esto en el sistemático y no poco árido mundo de los conceptos. Pero el universo cervantino ya era afirmativo y plural. Don Quijote no tenía una identidad sustancial, sino una identidad que integraba la diferencia...
-Esto se está poniendo aburridísimo. No sin razón decía Epicteto que los filósofos debían acostumbrarse a ser ridiculizados.
-...regida por la lógica del y... y... y... No olvides que dice: yo sé quién soy, pero a continuación da una serie de nombres. Soy los doce pares de Francia, y... y... etcétera.
-O sea, que no sabe quién es.
-Por supuesto que lo sabe: es una multiplicidad irreductible a lo uno.
-Dicho en idioma deleuziano.
-Digamos que sustituye el conócete a ti mismo por el invéntate a ti mismo. Puro constructivismo, pura modernidad. No como ese tardoescolástico de Descartes y su mierda de subjetividad sustancial. ¿Qué pasa con el maldito ego cartesiano? Vive en un mundo sin tiempo. Y ¿cómo demonios va a haber dos sustancias? Solo hay una, y es infinita, y no se puede totalizar el infinito...
-Siempre acabamos hablando de lo mismo, no sé si te das cuenta tú también...
-Bueno, el terror dialéctico del oscuro Lord Hegel funciona a base de negaciones. Las diferencias se convierte en negaciones. Así, en este universo, un hermeneuta imperial podría decir que don Quijote y Sancho se hallan en una relación de mutua negación que define sus respectivas identidades. Pero esto es falso de toda falsedad. Sus diferencias se componen, se complementan. Claro que sus identidades se definen en base a su relación, pero no hay negación. Y, hablando en general, yo diría que la ironía cervantina no es negativa. No piensa contra los demás. No niega a los otros.
-¿Estás intentando convertir a Cervantes en algo así como un precursor de Deleuze?
-No, no nos pasemos. Eso no tendría mucho sentido. Solo digo que Cervantes es pluralista.
-Vale...
-Por cierto, tendría que hacer algunas matizaciones respecto a la identidad que integra la diferencia. La diferencia es la génesis de la identidad...
-Uff, no, mañana.
-Es que si no podría confundirse con algún tipo de versión hegeliana... Sería como si cuando Luke Skywalker entra a salvar a la princesa Leia vestido de soldado imperial no se quitara la máscara y se le confundiera realmente con un soldado imperial, y Deleuze no es un soldado imperial, por mucho que Zizek pretenda vestirle como tal...
-Mañana, mañana...

No hay comentarios:

Publicar un comentario