jueves, 20 de febrero de 2014
Kafkiano
La gente que usa constantemente el adjetivo kafkiano merece ser ejecutada, no sin antes sufrir indecibles tormentos. Esto es indiscutible. Pero luego uno va al banco a pagar unas simples tasas y de repente se ve convertido en Josef K. Como si la culpa te precediera y buscara encarnarse en ti, aunque ignores de qué se te acusa. No se tiene la menor consideración con el público, como dice un ordenanza de El Proceso. Una rechoncha figura de poder habla pero no se le entiende. Desde su ordenador no puede hacer nada. Algo falla. ¿El qué? No lo sabes. ¿Es culpa tuya? No lo es, pero tu inocencia no está, ni mucho menos, clara. Hay datos que no se ven bien, por ejemplo.
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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