jueves, 9 de mayo de 2013

To the wonder

Lo maravilloso irrumpiendo como un fulgor que nimba el mundo de los hechos. Malick, una vez más, en estado de gracia. Componiendo con maestría absoluta, con un estilo aún más depurado, imágenes del tiempo, instantáneas fugaces, frágiles, porque la memoria no recuerda tramas ni historias completas, encadenadas causalmente, perfectamente orientadas según convenciones narrativas archiconocidas y previsibles, sino que rescata involuntariamente momentos, condensaciones de experiencias vividas, gestos nimios teñidos de alegría y de tristeza que se alzan sobre el suceder bruto de los hechos en calidad de acontecimientos imborrables. Instantes. Un lirismo inmune a los estragos de la ironía, una propuesta artística que se arriesga, frente al nihilismo y desesperación imperantes, a emprender la aventura que va de los hechos al sentido, porque esa aventura es, ni más ni menos, el propósito del arte. Una estupidez, seguramente, como dice Boyero. Pero una estupidez maravillosa.

PD: Es sabido a que los listos la belleza en el arte les molesta, pero para nosotros, los simples y estúpidos, es necesaria.

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