domingo, 19 de mayo de 2013

El erudito

El erudito, como no tenía nada mejor que hacer, sacó unos cuantos libros de las estanterías de su biblioteca. Leyó con atención, en busca de significados. Los músculos de su cuello estaban tensos. La posición que adoptó era sumamente encorvada. Parecía, a decir verdad, un pajarraco esmirriado. La cabeza, llena de pensamientos pesados, se precipitaba sobre las páginas. Le pesaba mucho. La nariz casi rozaba las páginas. Desde tan cerca, soy incapaz de ver significados, pensó, así que trató de adoptar una posición más erguida, pero le costaba mucho hacerlo. Cuando estaba ya casi erguido, se sintió agotado y su cara se estampó contra las páginas. El dolor le impedía ahora concentrarse. Si no me concentro, los significados no van a acudir a mí, pensó con melancolía. Reposó unos minutos con la mejilla apoyada sobre las páginas. No se está mal así, se dijo. Dentro de un rato sin duda la cabeza va a dejar de pesarme tanto y podré levantarme, pensó. Luego se durmió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario