jueves, 10 de mayo de 2012

Esencialismo blockbuster

El uso publicitario de criterios antimodernos en el contexto de una estrategia de venta de productos culturales. Si esta estrategia funciona es por dos razones. En primer lugar, porque sigue vivo y coleando el presupuesto romántico sobre las capacidades redentoras de la creatividad. Por redentoras se entiende no solo "salvíficas", sino también "significativamente distintas de la la experiencia tangible". De ahí la segunda razón, que Umberto Boccioni explicó de manera modélica hace ahora un siglo en su artículo "Público moderno en la vida, retrógrado en el arte". En los primeros días de la vanguardia Boccioni se lamentaba al constatar que el ciudadano que vive en un mundo futurista (¡trenes, aeroplanos, ruido y velocidades!) es también, voto a Bríos, un espectador passatista: prefiere los novelones decimonónicos y los melodramas teatrales a las nuevas creaciones artísticas que representan su mundo. Mutatis mutandis, el diagnóstico de Boccioni sigue siendo válido para nuestra época: el público que vive en el ciberespacio, en los blogs y en los iPhones suele esperar de la experiencia estética que le muestre otro mundo temporal.
Eloy Fernández Porta, Homo Sampler: tiempo y consumo en la era afterpop 


PD: Yo también soy bastante passatista, en este sentido. Además, mi religión me impide considerar el arte una representación del mundo, pero, de todas formas, es interesante lo que dice Eloy Fernández Porta. El programa idealista ese tan antiguo de reunir todas las ideas bajo la idea de belleza lo ha llevado a cabo la publicidad, para vender perfumes, así que... A Hegel solo le leen los publicistas, parece.

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