miércoles, 7 de marzo de 2012

Dar vueltas

Repentinos ataques de pánico nocturno. El desasosiego sin motivo concreto agitándose en la oscuridad como un monstruo eléctrico. Las mejillas seguramente resplandecen y palpitan porque la sangre se agolpa ahí con un ritmo enloquecido. Dar vueltas y vueltas. En un círculo se confunden el principio y el final. Girar así, en círculos. Esperar que pase la noche. Despertar en primavera. Mirar el cielo, el azul y el blanco entrelazados, como espuma de mar, difuminada e inmóvil. El viento lento y somnoliento. La inquietud persevera, sin embargo. Azul helénico y blanco como piel blanca. ¿Si estiro los dedos podré tocar? No parece posible, ciertamente. De modo que siempre es de noche, hagamos lo que hagamos. Errar, no hacemos otra cosa. Argonautas dementes. Viajar es necesario, vivir no. Sin fin. Espuma o saliva celeste, cuando las bocas ya no hablan. Desde luego hablar no es lo mejor que se puede hacer con la boca. Eso está claro. Una inquietud como de andar de aquí para allí con una idea clavada en el cerebro que no termina de realizarse y te atosiga sin parar. Casi cada minuto. Una inquietud perversa y perseverante que resplandece en el azul celeste. Ahora, lo primero, dar un paso. Los siguientes vendrán por añadidura. Como un alud. Precipitándose, avanzando, al fin, de una vez.

-No más de cuatro cafés diarios, luego te agitas por la noche, vueltas y vueltas, normal, qué te crees que es tu cuerpo, chico.
-Pero yo adoro tener demasiada cafeína en mi torrente sanguíneo. Mi cuerpo es un campo de batalla.

Deliras. Viniste aquí con una misión. Tienes una misión. Bobby Fischer tuvo su misión. Entregar su vida al ajedrez. Tú no sabes nada de ajedrez, pero eso da igual, lo importante es entregar tu vida a algo y liberarte. Liberarte de ti. Así. Todo el mundo sueña con entregar su vida a algo, al ajedrez o a la gramática. A lo que sea.

-Pero piensa en Gödel, entregó su vida a la lógica y acabó paranoico perdido y muerto de inanición porque estaba convencido de que envenenaban su comida. Bobby Fischer, también paranoico. David Foster Wallace, ahorcado. Virginia Woolf, otra suicida. Deleuze, arrojándose por la ventana. ¿Sigo?
-Malinterpretas terriblemente la muerte de Deleuze, amigo. Piensa en Séneca, qué hermoso acto final de autonomía. La grandeza estoica, amigo.

Pero tú no eres estoico, aunque bien que te gustaría. Dominar las pasiones con el rayo helado del intelecto. El rayo que no cesa. El logos que todo lo gobierna. Luz eterna. Ataraxia. Imperturbabilidad. Ese orgullo de filósofo puro, habitante de cumbres heladas, inhóspitas. Respirar el aire fuerte de las montañas. Así hablaba Zaratustra, superhombre. Así. Los poetas mienten mucho, eso lo sabemos. Y Zaratustra también es un poeta. Y Platón también es un poeta. Blanco espuma difuminado, no hay viento. Pintar el aire. Con palabras. ¿Se puede hacer o no se puede hacer? No puedes seguir siempre siendo solo viento. Se lo dijo una mujer a Nacho Vegas. Tampoco yo puedo, ni nadie. Escucha.

-Tú sabes mejor que nadie, porque lo ha repetido miles de veces, que una voluntad que no se determina no es real.
-Amigo mío, todo sucede según un orden necesario. Lo demás son ilusiones de la conciencia. Amor fati, eso también lo he dicho miles de veces.

Amor fati. La afirmación trágica de la vida. La alegría trágica. Así hablaba Zaratustra. Así vivieron los griegos, los mejores de entre los griegos. Sófocles, el hombre más feliz de Grecia. ¡Ah, Dedalus, los griegos! Mar helénicoazulceleste mezclado con espuma. Qué desgracia encontrarse con un alemán cuando uno esperaba encontrarse con un griego. Dijo Nietzsche, espíritu mediterráneo y, por tanto, griego y, por tanto, no alemán. Alemán de verdad era Hegel, con su cabeza cuadrada. El dios de Hegel no sabe bailar y, por tanto, no merece la pena creer en él.

-¿Te imaginas a Hegel bailando?
-Sí, con candelabri in testa, como los zíngaros del desierto.

Buscando una razón para desesperarse por alguna razón. Algo que justificase. ¿Qué vas a hacer ahora? El cielo purpúreo, sangre difuminada. Algo más que esta melodía rota de frases rotas de almas rotas de destinos rotos. Algo más que tanto inútil estruendo por nada. Agitarme en el aire quiero, como un pañuelo. La monotonía de los días que pasan. Nómadas, dice Battiato. Judíos errantes, todos. Tu lengua no sabía a cenizas mojadas, quizá la mía. Lengua de espectro. Solo en lo oscuro. Huir, salir de aquí, mi meta. No más de diez cigarrillos diarios. Sin dinero, sin casa, sin nada, aquí encerrado. El miedo, de repente, se agranda como un globo. Y de repente se desinfla, como un globo. No te quedes ahí parado como un idiota y pensando como un idiota. Ahí. Así. Sin fin. Dando vueltas.

-La vida adulta es, básicamente, un aburrimiento.
-Y Peter Pan una figura trágica. Te juro que Peter Pan es una obra trágica. No simplemente algo pueril.

Chateaubriand: el aburrimiento me ha devorado siempre. David Foster Wallace: presta atención a la cosa más tediosa que puedas encontrar (las declaraciones de la renta, el golf retransmitido por televisión) y un aburrimiento como no hayas visto nunca se te echará encima en oleadas y a punto estará de matarte. Si consigues capear esas olas, será como si pasar del blanco y negro al color. Como encontrar agua después de varios días en el desierto. Un éxtasis constante en todos y cada uno de tus átomos.

PD: Ahora sí que sí me tomo un descanso del blog. Tengo que estudiar. Así que eso, hasta la vista.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu hasta luego. La luna llena pone locas a las cabezas. Qué despliegue de intertextualidad. Sí sí. Rotundamente. Bueno, que un beso.

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  2. Sí, he mezclado a Battiato con Joyce, jeje

    Un beso

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